El norirlandés hizo lo que tenía que hacer y cuando lo tenía que hacer. Solo de esta manera se explica la brutalidad que el europeo sirvió en bandeja a los espectadores que siguieron con todo lujo de detalles sus andanzas en el Arnold Palmer Invitational. Y es que su final solo está reservado a los más grandes. Cinco birdies en sus seis últimos hoyos que le dieron la posibilidad de llevarse con todo merecimiento el evento disputado sobre la hierba de Bay Hill… Y dicho sea de paso, mandar un mensaje a navegantes: Rory está de vuelta.