¿Recuerdan el famoso incidente entre el golfista norirlandés y Steve Elkington? Una discusión a través de Twitter entre Rory y el australiano acabó costándole muy caro al europeo, que recibió palos por todas partes en las redes sociales siendo acusado de “arrogante”, “prepotente” y demás lindezas que se puedan imaginar. Todo comenzó con un mensaje del aussie, que calentó el enfrentamiento después de la eliminación de McIlroy en el US Open a las primeras de cambio.
En esta misiva Elkington afirmó que Rory estaba “aburrido después de haber ganado tanto dinero en el Golf”, a lo que el jugador le respondió con todos sus éxitos individuales –ganancias incluidas-. Esto no sentó bien a la comunidad. No ya por las cifras –que rondaban unos mareantes 200 millones de dólares-, sino por la manera en que fueron expuestas. Algo que se podría haber ahorrado y de lo que a día de hoy todavía se arrepiente, como ha dejado claro este miércoles en la rueda de prensa previa al Open de Irlanda en el que ejerce como anfitrión.
“Debí escribir y borrar ese tweet al menos unas cinco veces antes de enviarlo. Al final me arrepentí de haberle dado al botón. De hecho, acto seguido le di el teléfono a mi mujer Erica y le dije que cambiara mi contraseña de acceso a Twitter y que no me dijera qué había puesto”, confesó el norirlandés hace solo unas horas. Así pues, nos será difícil verle de vuelta por la red social del pájaro azul al menos a corto plazo.
Eso significa que a partir de ahora donde deberá hablar es en el campo, un lugar en el que en los últimos meses le está costando acaparar protagonismo. Veremos si el Open de Irlanda es el empujón que necesita para coger impulso de cara al tramo final de temporada. De momento, lo que le espera es un duro emparejamiento con Hideki Matsuyama y Jon Rahm en los primeros 36 hoyos que le puede servir de piedra de toque para calibrar su juego ante la llegada inminente del Open en Royal Birkdale.