Da gusto observar la clasificación de un torneo y ver bien arriba a uno de los pesos pesados del bando europeo -sobre todo si está cerca la disputa de la Ryder Cup y se trata de un ex número 1 del mundo-. Hablamos de Rory McIlroy, que hizo su reaparición esta pasada semana en el Abu Dhabi HSBC Championship, primera parada de la denominada gira del desierto, con grandes sensaciones. No en vano, el jugador norirlandés consiguió finalizar en la tercera plaza empatado con el inglés Matthew Fitzpatrick -nada mal para alguien que llevaba tres meses sin jugar varias rondas competitivas-.
Cuatro vueltas con 69, 66, 65 y 70 golpes, respectivamente, llenaron de júbilo a sus fans… y a él mismo, que volvió a verse peleando por un torneo hasta el final llevando a cabo un buen juego. “Estoy feliz por cómo he jugado esta semana”, confirmó Rory a los periodistas una vez que puso fin a la jornada dominical. “Mi juego está en muy buena forma y vi algunas señales muy, muy positivas. Así que estoy deseando que llegue Dubái y seguir con las buenas vibraciones”.
Después de un año 2017 en el que pasó de soslayo por la mayoría de los 14 torneos que disputó -fue su primer curso sin victorias desde el 2013-, el europeo ha caído fuera de los diez primeros del ranking mundial, pero está dispuesto a recuperar el terreno perdido en un 2018 clave para su resurgir. “Estoy mucho mejor que de donde vengo los últimos tres meses, ya no solo en cuanto a juego, sino también en términos de salud. Esto me hace ser positivo y estar feliz. No deseo otra cosa que jugar como lo he hecho estos días y luchar por victorias”, sentenció.
Y esto lo demuestra con su apretada agenda de aquí al Masters de Augusta donde, después de Dubai, McIlroy jugará tres semanas consecutivas en Estados Unidos empezando por el Pebble Beach el 8 de febrero. A este le seguirán el Genesis Open y el Honda Classic de donde espera salir reforzado para luchar por el Grand Slam en Georgia.