Si hay algo que se echa de menos en la Presidents Cup con respecto a la Ryder Cup es el “salseo” previo de los jugadores -no en vano, el combinado internacional está para pocos vaciles después de que en las doce ediciones disputadas hasta la fecha desde que este evento echara a andar en 1994, lo máximo que han podido sacar es un empate y una victoria hace ya más de dos décadas-. Y es que, llevándolo a la jerga de las redes sociales, el “salseo” es cotillear, meterse en todos los charcos con el único fin de pasar un rato entretenido.
Una acción que ha cumplido a rajatabla hace unas horas Adam Scott, uno de los dos jugadores que actuarán como locales en Melbourne tras la confirmada ausencia de Jason Day por problemas en su maltrecha espalda. El ex Top 10 aussie concedió una entrevista hace unas horas al Herald Sun y allí intentó -ya veremos con qué grado de éxito- implicar a sus compatriotas para la tarea de no ponerle la alfombra roja a Tiger Woods durante la disputa de los encuentros que llevará a cabo a partir de este viernes. Todo ello a pesar de que el país entero está ansioso por verlo jugar.
“La última vez que se disputó aquí -fue en 2011, con un resultado de 19-15 para el combinado capitaneado por aquel entonces por Fred Couples– todo el mundo fue demasiado amigable”, reconoció el deportista de 39 años. “Voy a ser claro: necesitamos contar con la ventaja de jugar en casa y eso pasa porque nuestro público nos anime. Me decepcionará si al final la grada anima con entusiasmo a Tiger o a cualquier otro miembro del equipo americano”, argumentó el oceánico.
Unas palabras que quiso matizar unos segundos después: “Este es uno de los desafíos que nuestro equipo ha tenido siempre en esta competición. Contar con el apoyo total del público es difícil porque es raro que estrellas como Tiger vengan a Australia o a Corea. Los fans tienen muchas ganas de verle pero, aunque le apreciemos mucho, no es necesario que le animemos”, sentenció el australiano.