Hasta hace cinco años Lydia Ko era considerada una chica maravilla en este deporte. Un prodigio salido de Nueva Zelanda que con apenas 19 años había conseguido situarse en el número uno del mundo gracias a sus catorce victorias en la LPGA -incluidos el Evian de 2015 y el ANA Inspiration de 2016-. Sin embargo, de la noche a la mañana todo cambió -cuentan que el exceso de celo de sus padres en su vida también tuvo mucho que ver-. De hecho, pasó año y medio hasta que la oceánica volvió a apuntarse un triunfo –LPGA Mediheal de 2018– y tres desde este al conseguido en el Lotte hace unos días.
Tres años en los que muchos se cuestionaron qué había podido pasar y que la llevaron por primera vez en toda su carrera a caer al número 50 mundial. Aunque el pasado verano Ko decidió coger el toro por los cuernos y pidió ayuda a Sean Foley, quien trabajó codo con codo junto a Tiger del 2010 al 2014. La joven jugadora neozelandesa necesitaba recuperar sensaciones y, lo que era más importante, volver a ser feliz con este deporte. Y los resultados no se han hecho esperar.
De los últimos 16 torneos, Ko ha logrado nueve Top 10, ha establecido hace unas semanas en el ANA Inspiration el récord de golpes en una ronda final de un Major con un enorme 62 y, por si fuera poco, el triunfo indiscutible del pasado sábado en Hawái. Es por esto que Foley aprovechó su perfil de Instagram para brindarle a su pupila una sincera felicitación. “Si tuviera que imaginar a una hija sería como Lydia”, comenzó afirmando el instructor. “Me alegra haberle podido recordar lo que ya era. Realmente no le he mostrado nada nuevo. Todo lo que ella ha hecho en los últimos tiempos ya lo tenía dentro”, añadió.
“Lydia es un ser humano y todos los seres humanos padecemos traumas. El Golf es demasiado difícil como para salir ileso durante demasiado tiempo. Mi labor durante estos meses ha sido más de recordatorio que de instrucción. Todo lo que hemos trabado estaba ya con ella. Sólo debía encontrarlo de nuevo”, sentenció.