¿Fiero? Sí, pero no tanto. Así se han expresado muchos jugadores al entregar la tarjeta tras la primera jornada del US Open y ser preguntados por Erin Hills. Y es que los números hablan por sí solos: 44 jugadores han conseguido finalizar la vuelta por debajo del par del campo por los 11 del año pasado, lo que nos lleva a pensar que este viernes podríamos asistir a unas posiciones de bandera mucho más duras que las vividas en la inauguración del torneo.
Más que nada, porque no se puede ir pregonando a los cuatro vientos la tremenda dificultad del Major organizado por la USGA y luego encontrarse con un gran puñado de jugadores en negativo -¿verdad, Mike Davis?-. Sea como fuere, lo que sí es cierto es que a los Top 10 no se le han dado muy bien las primeras horas en Wisconsin y solo Rickie Fowler (65 golpes, -7) y Sergio García (70 golpes, -2) han podido marcharse a Casa Club con guarismos en rojo.
Ni el vigente campeón Dustin Johnson (75 golpes, +3), ni Rory McIlroy (78 golpes, +6) ni por supuesto Jason Day (79 golpes, +7) dieron con la tecla en sus duelos y tendrán que trabajar de lo lindo si quieren seguir siendo de la partida el fin de semana. Algo que sí que tuvo la oportunidad de hacer el castellonense desde bien temprano, con ese eagle en el hoyo 1 que le puso en marcha para un día en el que fue intercalando aciertos y errores –sobre todo en los segundos nueve hoyos- y que le permiten aparecer en el T18, a dos impactos del Top 10 y a cinco de su gran amigo Fowler.
El californiano dio toda una lección de Golf en uno de los primeros partidos del día, enseñando las uñas y escalando hasta el primer escalón del podio merced a un acierto inusitado tanto en calles cogidas –tomó 12 de 14 en una estadística que se antoja importantísima en Wisconsin- como en los greenes. Tanto fue así que igualó el mejor registro tras una primera ronda de un US Open en relación al par, con siete bajo, empatando con los números logrados en 1980 por Tom Weiskopf y un tal Jack Nicklaus, ocho años y siete meses antes de que él naciera.
Otro de los jugadores que tiene que estar contento con su actuación es Rafa Cabrera-Bello (72 golpes, Par), quien logró firmar el Even después de igualar con un birdie en su última bandera el bogey previo del 17, lo que le dejó con una buena predisposición para superar el corte. El que lo tendrá más difícil es Jon Rahm (76 golpes, +4), que cuajó dos bogeys en sus dos primeras banderas y le terminaron afectando en exceso.
El León de Barrika presentó unos números con el putter a los que no nos tiene acostumbrados, errando más de la cuenta y abriéndole la puerta a los bogeys, que llegaron hasta en cuatro ocasiones en las nueve primeras banderas. Por suerte, la sangría se paró aquí y un birdie y un bogey consecutivos en la segunda parte del recorrido le colocan en una situación complicada pero no imposible, aunque tendrá que arriesgar más de la cuenta este viernes y eso le podría llevar a cometer más errores.