Desde hace unos meses venimos avisando de la recuperación del joven jugador texano. Spieth, quien llegó a ocupar el puesto número 92 en el ranking mundial tras perder el corte en el Farmers Insurance Open del pasado mes de enero, ha vuelto por los fueros que le hicieron ser apodado “el chico maravilla de América”. De hecho, en sus últimos catorce torneos puede apreciarse claramente una tendencia al alza gracias a sus ocho Top 10 -incluidos el triunfo en el Valero Texas Open y los podios en el Masters y el Open Británico-. Unos resultados que lo han llevado de nuevo a las puertas del Top 10 mundial.
Sin embargo, sigue habiendo cosas en el juego de Spieth que llaman poderosamente la atención. ¿Qué queda de aquel jugador que, cualquiera que lo viera enfrentarse a los greenes, sabía que iba a solventar sin problemas todo tipo de desafíos? De hecho, esto mismo fue lo que seguramente le privó en el Royal St. George’s Golf Club inglés de haberle podido mantener el pulso a Morikawa hasta los instantes finales. Y, para ser más exactos, lo que le sucedió el sábado, cuando dos bogeys en las dos últimas banderas le privaron de poder salir en el último partido del domingo.
“El final de la ronda del sábado me molestó mucho. Hasta el punto de que entré en casa y pregunté si había algo que pudiera romper”, confesó el deportista de Dallas el mismo domingo. Unas sensaciones que continuaron al inicio de los 18 hoyos finales y ante las que sólo una gran reacción en la segunda parte del recorrido permitió que ocupara finalmente la segunda plaza. “He hecho todo lo que ha estado en mi mano en las últimas horas para ganar el torneo, pero sé que mi putt no está en la dirección que estoy buscando. Está progresando, pero estoy lejos de antaño. Sé lo que tengo que hacer, pero es difícil lograrlo”, apuntó.
After a three-putt on his last hole, Jordan Spieth hit up to 500 putts between finishing his round on Saturday and teeing off on Sunday ?
The pursuit of greatness #TheOpen pic.twitter.com/jprki6ot7p
— The Open (@TheOpen) July 19, 2021