No ha descansado hasta llegar a Casa Club en la situación en la que ahora mismo se encuentra. Hablamos del texano Jordan Spieth (-12), que ha aprovechado a las mil maravillas el día del movimiento en el Dean&DeLuca Invitational para situarse al frente del torneo restando solamente 18 hoyos para su conclusión. Y lo ha hecho por la puerta grande, entregando una de las mejores tarjetas del día con cinco golpes por debajo del par y recuperando las sensaciones perdidas de las últimas semanas.
Al golfista de Dallas le sobró con seis birdies –un bogey en el 18 dejó la ventaja en un solo impacto- y este domingo peleará por su décimo título como profesional, octavo en el PGA Tour. Aunque para ello deberá deshacerse primero de multitud de compatriotas que colapsan en estos momentos las primeras posiciones del evento. Hablamos de Ryan Palmer (-11), Webb Simpson (-11), Harris English (-10), Kyle Reifers (-10), Martin Piller (-10) e incluso Jason Dufner (-9), quienes una buena jornada de mañana les puede dejar el triunfo muy cerca.
Pero Spieth ya ha aprendido la lección. El varapalo sufrido en la fase final del Masters de Augusta cuando todo parecía apuntar que iba a sumar su segunda Chaqueta Verde le ha hecho más fuerte mentalmente, y a buen seguro que un error mañana no le provocará el estado de ansiedad al que se vio sometido en Georgia. Sin ir más lejos hoy, con todas las miradas puestas en sus driver, sus hierros y sobre todo su putter, ha sido un martillo pilón en su cometido y solo un mal approach con su segundo disparo desde el rough del 18 le privó de convertirse en el único jugador de la zona alta de la tabla que no cometió ni un solo fallo.
En unas pocas horas saldremos de dudas sobre si lo vivido hoy es flor de un día o realmente estamos ante el nuevo Jordan.