La caída de Tiger Woods parece no conocer fin en este terrible 2015. El ex número uno se encuentra en el puesto 220 de la clasificación mundial y pocos apuestan porque vuelva a revivir días de gloria pasados. Sin embargo, Tiger se siente “muy animado” y esta semana llega al The Greenbrier Classic cargado de confianza y dispuesto a evitar añadir otro récord negativo a su colección.
Y es que, en el caso de no pasar a las rondas del sábado y domingo, sería la primera vez en toda su carrera que Woods no pasara el corte en dos torneos consecutivos del PGA Tour. Y no lo tendrá nada fácil, ya que la última vez que pisó el The Old White en 2012 (White Sulphur Springs, Virginia Occidental) se marchó a casa antes de lo previsto tras hacer 71 y 69 golpes.
“He progresado algo desde la última vez que jugué. Obviamente no es mucho, pero se trata de un comienzo”, afirmó el golfista ante los medios de comunicación después de su ronda pro-am del miércoles. “He jugado muy bien con el drive, una de las cosas que tenía pendiente del US Open. Puede parecer ridículo, pero no me encontré mal jugando en Chambers Bay. Lo que ocurre es que ese lugar es tan especial que fallar un golpe podía convertirte en un idiota absoluto”, comentó Woods, que aspira a tener una mejor participación en el The Greenbrier Classic que la de hace tres años: “No había vuelto desde que fallé el corte en 2012. El campo está genial, aunque los greenes son un poco más rápidos que la última vez. Creo que los resultados serán muy bajos, así que hay que tratar de ser agresivo y lograr muchos birdies”.
Tiger jugará las dos primeras rondas junto a su ex pareja en la Ryder Cup y amigo Steve Stricker y el ganador del Memorial Tournament David Lingmerth, que derrotó a Justin Rose en el PlayOff final en Muirfield Village. El argentino Ángel Cabrera, defensor del campeonato, saldrá en el penúltimo turno del día junto a los estadounidenses Patrick Reed y Keegan Bradley, e intentará revalidar el título conseguido en Virginia hace doce meses, cuando firmó un -16 aventajando en dos golpes a George McNeill, su gran perseguidor.