Desconocemos -y con gran seguridad nunca lo sabremos- cuál era el plan inicial de Tiger para la cita de esta semana en Royal Melbourne, pero nadie puede negar a estas alturas que le ha terminado saliendo bien al californiano. Tanto en lo particular como en lo colectivo. En lo primero porque salió victorioso en los tres duelos que disputó -uno en fourballs, otro en foursomes y el último en individuales– y en lo general porque sus pupilos fueron capaces de darle la vuelta a una situación que se había puesto cuesta arriba ya en las primeras horas con ese 6-1 provisional en el turno de viernes.
Lo que sí que podemos confirmar a todas luces -entre otras cosas porque lo ha reconocido el propio Woods en la sala de prensa poco después del triunfo del Team USA por 16-14 ante los internacionales- es que la decisión de enfrentarse a Abraham Ancer en los individuales no ha sido fruto de la casualidad. “Sí, sabía que quería jugar contra mí. Y lo ha conseguido”, comentó el norteamericano con una sonrisa en la cara cuando fue preguntado por las palabras del mexicano en Mayakoba, cuando admitió que su sueño sería enfrentarse en la Presidents Cup al 15 veces ganador de Majors.
“Me gustaría jugar contra él, pero no hay que olvidar nuestro verdadero objetivo. Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para ganar y si eso implica ganarle en los individuales a Tiger pues bienvenido sea”, comentó el deportista azteca hace unas cuantas semanas. Un deseo que, a pesar de que muchos lo vieran como una simple coincidencia a última hora del sábado -hay que recordar que Woods también disputó el primer partido los dos primeros días-, el propio Tiger se encargó de confirmar para instalar la duda en los periodistas. ¿Obedecía todo a una estrategia?