Y al segundo día resucitó –metafóricamente hablando, claro está. Solo ha necesitado 18 hoyos de calentamiento para volver a ser aquel jugador que dirigió con mano de hierro el circuito norteamericano durante muchos años. Tiger Woods (-6) ha entregado la tercera mejor tarjeta de la jornada después de dar una auténtica exhibición de juego sobre la hierba del Albany GC de New Providence (Bahamas). El estadounidense dominó por completo todos los aspectos del juego. Nada de chippear desde las inmediaciones del green y dejar la bola tal cual estaba, nada de salidas en falso desde el tee. El ex número 1 del mundo cuajó una ronda casi perfecta. Y a las pruebas nos remitimos.
Siete birdies sin fallo para poner a los espectadores que se acercaron a presenciar la ronda en el campo centroamericano en pie. Woods lo agradeció –no es para menos-. Después de todo por lo que ha pasado en los últimos 15 meses, el ganador de 14 Majors necesitaba volver a sentirse jugador. Todos lo queríamos. Un Tiger en plena forma es un reclamo para el mundo entero y una manera de acercar el golf a través de uno de los deportistas más mediáticos que ha dado la historia. Pero no lancemos todavía las campanas al vuelo. El golfista de Cypress deberá confirmar las buenas sensaciones los dos últimos días, y esta vez lo hará acompañado –este viernes jugó solo durante los 18 hoyos tras la retirada de Rose por una “leve lesión de espalda”-.
Y, quien sabe, quizá pueda seguir subiendo a través de ese T9 que ostenta en estos momentos. Después de todo, Dustin Johnson (-12) e Hideki Matsuyama (-12), los líderes del campeonato, se encuentran a tan solo seis golpes de distancia con todavía 36 banderas por jugar. Cosas más raras se han visto.