Muy a nuestro pesar si alguno tenía la más mínima esperanza de ver a Tiger competir con garantías este curso le tenemos que decir que no va a ser posible. Vamos, ni con garantías ni sin ellas –al menos si nos atenemos al historial médico del jugador californiano-. ¿La razón? El ex número 1 del mundo ha sorprendido al planeta Golf con un comunicado transmitido a través de su página web en el que manifestaba que se había sometido por sorpresa a una nueva intervención quirúrgica.
Los continuos dolores de espalda –una rémora que viene arrastrando desde el Omega Dubai Desert Classic del pasado mes de febrero-, parecen estar detrás de este gran contratiempo en las aspiraciones del estadounidense de recuperar la agenda para volver a sentirse jugador. Al menos todo parece que ha ido a pedir de boca en el quirófano, aunque ello implica que el deportista ha de estar un par de semanas de completo reposo antes de proceder a las sesiones de rehabilitación.
“La operación ha sido un éxito y me siento muy optimista”, anunció el 14 veces ganador de Major, a quien tuvimos la ocasión de verle realizar un par de swings el pasado martes, en el anuncio del diseño de un campo de Misuri. “Esto aliviará los espasmos en la espalda. Estoy deseando volver a tener una vida normal, jugar con mis hijos, competir como un profesional y vivir sin el dolor contra el que he estado luchando tanto tiempo”, manifestó Tiger, quien con esta sube hasta 4 el número de operaciones de espalda a las que se ha sometido desde septiembre de 2014.
El norteamericano reapareció en la presente temporada con un T15 en el Hero World Challenge de principios de diciembre –evento no oficial en el que 17 jugadores tomaron parte- para debutar en un torneo del PGA solo un mes más tarde. Fue en el Farmers Insurance Open, donde las malas sensaciones se acrecentaron al no poder pasar el corte. Solo unos días más tarde llegaría el evento de la gira del desierto, la última vez que le hemos visto en competición.