Al igual que sucediera hace justo una semana, los primeros pasos del golfista californiano en un evento competitivo están teniendo más sombras que luces. De hecho, este jueves en Dubái existen incluso menos cosas para destacar del estadounidense que las vividas en San Diego. Y eso dice muy poco de su actuación. “No golpeé a la pelota demasiado bien”, fueron las primeras palabras del exnúmero 1 del mundo cuando fue invitado a definir su ronda con una frase. Cinco bogeys sin ningún tipo de acierto que le colocan en antepenúltima posición, a doce impactos de los que refleja en la tabla el líder Sergio García… y a cinco de seguir el fin de semana, provisionalmente.
Cuesta creer, pero si analizamos pormenorizadamente las estadísticas de Tiger no son tan malas después de todo. Solo en cuatro ocasiones no encontró la calle y además consiguió 11 de 18 greenes en regulación. ¿Dónde estuvo el problema, pues? En que la bola reposaba en green, sí, pero muy muy lejos de bandera, lo que hacía misión imposible llevar a buen puerto cualquier intento de birdie. Para que se hagan una idea: el estadounidense acumuló en su ronda 33 intentos desde green con una distancia total de 96 metros, según datos facilitados por Golf Digest América. Esto significa que dejaba la bola en el verde a una media de 5,3 metros del agujero. Una locura.
“Estuve luchando durante toda la ronda por mejorar mi puntuación, pero no fue posible”, confirmó el californiano en la rueda de prensa posterior a su ronda. “El viernes tendré que salir a por todas. Necesito una ronda realmente buena y dejarme oportunidades de birdies más cortas… lo que me ha faltado hasta ahora. Dejé unos 16 putts cortos. No conseguí leer la velocidad de los greenes y esto me perjudicó enormemente”, sentenció. Al menos existe una parte positiva en todo esto: los dolores parecen haber remitido definitivamente. Ahora solo le queda ser más fiable en juego.
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