Todavía no nos hemos recuperado del agónico final del Valspar y ya encaramos con entusiasmo los tres últimos torneos que nos llevarán al Augusta National en la segunda semana del mes de abril. Y lo hacemos con un evento que, pese a contar con las ausencias de algunos de los pesos pesados del circuito, despertará muchas sensibilidades al ser el primer año en el que el Arnold Palmer Invitational se dispute sin la presencia del Rey.
Pero el campeonato ha saltado a los titulares por el comunicado que Tiger mandó a los medios a finales de la semana pasada, en el que confirmaba lo que para todos era una obviedad viendo las últimas noticias de su proceso de recuperación –recordemos que lleva fuera de los campos desde comienzos del mes de febrero, cuando se retiró del Omega Dubai Desert Classic antes de iniciar la segunda ronda debido a unos espasmos en la espalda-, que tampoco iba a estar sobre la hierba de Bay Hill.
“Estoy decepcionado porque quería estar ahí, jugar y rendirle el último tributo a Arnold. Él ha significado mucho tanto para mí como mi familia. Lo consideraba un amigo cercano y jugar su torneo era lo menos que podía hacer para honrarle. Desgraciadamente, todavía estoy inmerso en recuperar la forma y no será posible que juegue”, afirmó el californiano, al mismo tiempo que tildó de “irremplazable” la figura de Palmer, uno de los considerados mejores golfistas de todos los tiempos.
De este modo, los rumores sobre una posible ausencia en Augusta –y más aún después de que hace un mes Stricker admitiera ante los medios que el estado de salud de Tiger “no era el mejor”- comienzan a cobrar mucha fuerza. Después de todo, desde su vuelta solo ha intercalado rondas por encima de los 70 golpes y su juego dista mucho del que debería tener un jugador que aspira a volver a hacer cosas grandes en el Golf. Veremos en cómo queda todo, pero su adiós al primer Major de la temporada parece cada vez más cercano.