Cualquier dólar conseguido en un torneo puede hacerse bueno al final de la temporada, cuando se está peleando por clasificarse para los PlayOff, mantener la tarjeta… o conseguirla, como es el caso que nos ocupa.
Y es que Rob Oppenheim vivió el pasado fin de semana en el TPC Sawgrass-Dye’s Valley de Ponte Vedra Beach (Florida) una de sus historias que no olvidará tan fácilmente aunque pasen los años. Comencemos por el principio.
Openheim (35 años) llegaba al Web.com Tour Championship en el puesto 50 de las Final Series, que ve como, desde hace tres años, los 25 golfistas más regulares de ese Mini Tour de cuatro eventos consiguen la tarjeta para jugar el PGA la temporada siguiente.
Era el último torneo del año y, por ende, la última oportunidad de luchar por competir junto a los mejores jugadores del mundo. Necesitaba un gran torneo para asegurarse su presencia… Pero los resultados no parecían acompañarle del todo.
68, 71, 67 y 67 fueron las rondas de este golfista nacido en Salem (Massachusetts) para un total de -7, lo que le dejó en una situación comprometida, empatado en el T14, y fuera de las plazas que debían conducirle a su ansiado premio. Había mejorado su clasificación ostensiblemente, pero no era suficiente. Y como sólo un milagro podía conducirle al Top25 decidió recoger y emprender el camino de vuelta a casa junto a su mujer.
“Llevábamos media hora de viaje en coche cuando, de repente, el teléfono móvil se volvió loco y empezó a sonar y vibrar con llamadas y mensajes”, reconoció el propio golfista de 35 años. Y es que un giro inesperado de los acontecimientos, Lucas Glover cometió bogey en el último hoyo, le trasladó al T12 en el torneo y al número 25 en la clasificación general, como podía comprobarse de inmediato en los datos oficiales. “Debían de haber demostrado durante la retransmisión que había entrado. Mi mujer y yo nos fundimos en un abrazo”, apuntó el estadounidense.
Lo caprichoso que es el destino. Hacía un mes había perdido la oportunidad de conseguir directamente la tarjeta por menos de mil dólares y ahora se hacía con ella por la minúscula suma de 101$ respecto al siguiente jugador, su compatriota Eric Axley. Y es que, como suele decirse, cada dólar y cada golpe cuenta.