Muchos criticaron la decisión de no haber sido capaces de haberle plantado cara a Trump y de no haber hecho nada para mover el US Women’s Open Championship que se disputa esta semana en el Trump National Golf Club de Bedminster (Nueva Jersey). Sobre todo después de que en el año 2015 –mucho antes de que se convirtiera en candidato a la Casa Blanca- el excéntrico millonario ridiculizara a la comunidad mexicana tildándolos de ladrones, violadores y criminales.
En ese momento, el PGA Tour se plantó. Dijo basta. Desde la gira más importante del mundo no podían permitir que se vinculara su nombre con el de Trump y rehusaron todo tipo de relación. Sin embargo, la USGA y la LPGA, que unos meses atrás habían firmado ya el acuerdo por el que el tercer Major de la temporada femenina iba a disputarse en 2017 en uno de sus campos estaban atadas de pies y manos. Nadie entendía cómo se podía seguir dando apoyo a un hombre que transmitía unos sentimientos de odio tan marcados con sus vecinos. Pero hace escasas horas hemos sabido por qué.
Tanto la gira femenina como la Asociación de Golf de los Estados Unidos estaban obligadas a seguir manteniendo la sede en Bedminster si no querían tener que hacer frente a una demanda millonaria, como les amenazó el propio Trump en algún que otro encuentro que mantuvieron –no es de extrañar, pues durante las últimas tres décadas el actual presidente de los Estados Unidos ha sido demandante o demandado en más de cuatro mil procesos litigiosos-.
Aunque el presidente de la USGA, Mike Davis, no ha querido hacer declaraciones al respecto, explicando que “en cuestiones políticas, los términos de los contratos con las sedes son confidenciales”, desde las altas esferas del Golf no se sigue viendo con buenos ojos que el campeonato se celebre aquí, máxime cuando el propio Trump ha reconocido que igual acude esta semana para ver cómo se desarrolla el torneo. Es por esto que desde la organización han preferido correr un tupido velo por lo que respecta a los temas extradeportivos y centrarse en lo que ocurra entre las cuerdas.
Lo mismo pasa con las jugadoras, que a pesar de haber iniciado la semana con las incendiarias declaraciones de Brittany Lincicome, que afirmó que “prefería no tener que ver a Trump”, han hecho piña y han decidido no dar cabida a declaraciones políticas que puedan enturbiar el espectáculo.
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