Sin prisa, pero sin pausa. Así es como encara Jon Rahm (68 golpes, -7) los últimos 36 hoyos del Phoenix Open sobre la hierba del TPC Scottsdale después de llegar al ecuador del evento en la duodécima plaza y ver muy cerca la posibilidad de despertar el próximo lunes como flamante número 1 del mundo. Aunque, eso sí, para ello debería primero avanzar en la tabla hasta alcanzar la segunda posición del torneo, un objetivo del que en estos momentos se encuentra algo alejado a pesar de que hubo momentos este viernes que el vizcaíno parecía volar en el campo de Arizona.
Sobre todo nos referimos a su actuación en la segunda parte del recorrido donde, tras el escaso botín de un birdie de las nueve primeras banderas, abrió la caja de los truenos con hasta cinco aciertos consecutivos del 11 al 15 que minimizaron los efectos del error del 10 y le facilitaron la tarea de quedarse a rebufo del podio. Sin embargo, cuando todo parecía que estaba listo para encarar las tres banderas finales, llegaron los dos sobresaltos que impidieron que el León de Barrika se marchara a Casa Club con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro.
Los bogeys en el 16 y en el 18 -ninguna de ellas de las más difíciles del día- aparecieron cuando menos lo esperaba y propiciaron que el español descendiera unos cuantos puestos hasta ocupar el duodécimo lugar en el que aparece integrado en estos momentos. Desde aquí se sitúa a cuatro de un podio que integran en su parte baja el norteamericano Billy Horschel (68 golpes, -11) y el surcoreano Byeong Hun An (66 golpes, -11), mientras que Wyndham Clark (69 golpes, -12) y JB Holmes (65 golpes, -13) arrancarán la jornada del movimiento con la intención de extender su ventaja.