El jugador de Washington, que venía de sumar su cuarto birdie de forma consecutiva para empatar en el liderato, sufrió en sus carnes la mala suerte después de un drive que parecía bueno. La bola golpeó en un árbol y la desvió 45 yardas hasta una zona frondosa de rough
Por mucho que nos neguemos a reconocerlo la suerte tiene reservada una parte importante dentro de este deporte. Lo vemos semanalmente, ya sea en el mundo amateur o en el profesional. Y es que en el Golf un buen golpe no es necesariamente sinónimo de triunfo, lo que puede provocar que, en lugar de restarle golpes al campo, en algunas ocasiones se le sumen. El último ejemplo lo hemos podido apreciar en la ronda del domingo del Memorial, donde el infortunio privó a Kyle Stanley de sumar la tercera victoria en el PGA Tour.
Porque mucho se ha hablado de DeChambeau, pero lo del jugador de Washington rozó lo paranormal. Y es que después de conseguirle empatar al californiano en lo alto de la clasificación con cuatro birdies consecutivos del 14 al 17, Stanley se enfrentaba a su gran oportunidad. Un Match Play a un hoyo en el que le bastaba con hacer un mejor resultado que su compañero de juego en el 18 para llevarse el triunfo. Pero entonces llegó el infortunio en forma de salida.
Stanley golpeó con el drive de forma segura. Sin embargo, la bola se encaminó hacia los árboles del rough con la mala suerte de que golpeó a uno de ellos y envió la bola unas 45 yardas más atrás, colocándola en una zona desde la que apenas podía hacer nada. Desde ahí jugó a la calle y su golpe de approach posterior se quedó a unos cuatro metros y medio de bandera. Era el todo o nada. Falló y en el PlayOff posterior el vencedor fue DeChambeau.
