Lo tuvo cerca, muy cerca, pero finalmente Rafa Cabrera-Bello (71 golpes, -8) se quedó con la miel en los labios y España tendrá que seguir esperando por tener a su tercer campeón en la misma temporada. Y es que el putter, ese palo con el que parecía infalible el sábado y que le permitió salir el domingo desde el liderato, jugó con el grancanario. Poco o nada quedó del golfista que en el día del movimiento se había convertido en una amenaza para el resto de deportistas desde las inmediaciones de bandera.
Y si a esto le añadimos un comienzo de vuelta defectuoso, ahí tenemos la explicación de por qué el isleño acabó situándose en la cuarta plaza, empatado con los estadounidenses Kevin Chappell (69 golpes, -8), Chez Reavie (69 golpes, -8), el amateur Braden Thornberry (65 golpes, -8) y Billy Horschel (64 golpes, -8); a uno de la segunda plaza compartida por Whee Kim (67 golpes, -9) y Charl Schwartzel (66 golpes, -9) y a dos del campeón Daniel Berger (66 golpes, -10), que igualó los registros conseguidos 24 horas antes y repite título por segundo año consecutivo.
Rafa salió con paso firme a este TPC Southwind, a sabiendas que tendría que aprovechar pronto alguna oportunidad para no ver escapar a sus rivales. Y, de hecho, tuvo varias ocasiones para lograrlo en sus tres primeros hoyos. En el 1 y el 2 con sendos putts de tres metros y medio y cinco metros, respectivamente, y en el 3 con uno algo más sencillo de dos metros. Pero ninguno de ellos entró y, como dice el refrán, quien perdona lo acaba pagando.
Y el hoyo 4, su primer par 3 del día, se encargó de explicarle por qué. Desde el tee mandó la bola directamente al agua y, pese a que tras dropar y aprochar se le quedó la bola a escaso metro y medio del agujero, tampoco consiguió introducirla en el mismo. Cabrera-Bello acababa de sumar un doblebogey y los nervios comenzaban a estar a flor de piel. Ni siquiera el extraordinario birdie del 6 pudo calmarlos, pues otro error desde los dos metros en el 9 le volvía a situar con el +2 en el día.
Los últimos nueve hoyos fueron un quiero y no puedo constante, con el canario que estaba jugando muy bien de tee a calle y de aquí a green, pero que no era capaz de encontrarle el toque a los greenes. Y eso que volvió a convertir otro grandísimo birdie en el par 3 del 11, pero fue la última alegría del domingo. Rafa lo intentó, pero se tuvo que conformar con un T4 en la semana que aterriza en Erin Hills.
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