Todavía es pronto para que puedan cicatrizar las heridas, pero de todos modos Patrick Reed debe ir asumiendo que el fantasma de las trampas le perseguirá allá por donde vaya después de lo acontecido antes de finalizar el año en el Hero World Challenge y su tan comentada jugada que le acabó acarreando una penalidad. Y a las pruebas nos remitimos cuando no hay un sólo torneo en que el americano no sea el centro de las iras de los aficionados. Ocurrió en la Presidents Cup y le pasó hace unas cuantas horas en el Tournament of Champions.
Lo peor de todo es que estos comentarios sucedieron en el momento más inoportuno: cuando se jugaba la posibilidad de forzarle a Justin Thomas el cuarto hoyo de desempate. La bola se encontraba a unos dos metros y medio del agujero cuando, tras golpearla, un ensordecedor “tramposo” interrumpió la calma que se respiraba en el Plantation Course de Kapalua (Hawái). Acto seguido, Reed pareció buscar con la mirada al autor del grito, pero no encontró nada. Hizo el par y presenció cómo su compatriota Justin Thomas se anotaba el birdie del triunfo.
“Al final yo hice lo que tenía que hacer. Salí al campo, disparé un siete bajo par que me permitió meterme entre los mejores e incluso tuve la oportunidad de llevarme el torneo. Un putt lo fallé y en este último la bola se la acabó llevando el viento”, comentó Reed ante los periodistas, sin hacer mención alguna al improperio que incluso llegó a entrar por los micrófonos de la televisión. Y quizá esta sea la decisión que más le conviene en estos momentos al estadounidense -sobre todo tras el episodio que vivió su caddie en Australia con un aficionado-, que debería dejar que el tiempo cerrara las heridas y que la historia siguiera su curso sin preocuparse lo más mínimo de los haters. Ya se aburrirán, pensará. Y puede que tenga razón.
— Josh Berhow (@Josh_Berhow) January 6, 2020