Viendo los resultados que había conseguido esta temporada en el Korn Ferry Tour -inició el año con cinco cortes perdidos en sus seis primeros torneos y, desde la vuelta de la competición en junio, su mejor puesto había sido un Top 22-, era normal que Kevin Dougherty cogiera los billetes para volver a casa a las cinco de la tarde del domingo, una hora prudencial mientras que acababa la ronda, recogía sus pertenencias y se acercaba al aeropuerto. La ocasión lo merecía: después de dos meses sin ver a su novia por la “burbuja” en la que se encuentran los jugadores, llegaba la semana de la boda.
Pero todo dio un giro de 180 grados el fin de semana, cuando al término de la jornada del movimiento se encontraba a sólo un golpe del liderato. De hecho, el domingo llegó a acariciar con las yemas de los dedos su primer triunfo en la división de plata del PGA Tour cuando, en el hoyo 15, marchaba con dos golpes de ventaja sobre Evan Harmeling tras un acumulado de cinco golpes bajo par. Sin embargo, un bogey de nuestro protagonista en el 17 unido a un birdie de Harmeling en el 18 hicieron que el torneo se fuera al PlayOff y con él se fue al traste cualquier posibilidad de coger el avión a tiempo.
Una muerte súbita en la que Harmeling se impuso en la primera bandera gracias a un birdie, dejando a Dougherty sin vuelta a casa y sin título en el Savannah Golf Championship. “Fue una pena no salir el domingo con el triunfo, pero lo único que deseo en estos momentos es poder llegar a casa y ver a mi novia. Esperaba poder hacerlo el domingo, pero dadas las circunstancias no me importa mucho llegar un día después”, confesó el norteamericano, que ha dado un gran salto en la orden de mérito llegada la parte final del curso, pasando del puesto 134 al 59.