Que llueva, que llueva… Ni nos pillará de nuevas ni conseguirá que nos llevemos las manos a la cabeza, pero sorprende cómo en pleno mes de agosto se pueden acumular tantas horas de mal tiempo que a buen seguro retrasarán en algún momento la disputa del PGA Championship sobre la hierba del Quail Hollow de Charlotte. Y es que lejos de las temperaturas propias de esta época que nos podemos encontrar por nuestro país, a los jugadores les espera en Carolina del Norte lluvia, algo de viento y, sobre todo, rayos y truenos.
Porque a pesar de que esta semana amaneció con una luz radiante que invitó a los golfistas a lucir sus shorts durante sus rondas de práctica, a partir del martes la película cambió. Y de qué manera. Los paraguas, en lugar de para evitar la sobreexposición al sol fueron empleados para protegerse de la incesante lluvia que campó a sus anchas durante casi la totalidad del día. Y no piensen que este tiempo ha sido un rara avis dentro de la semana del último Grande de la temporada.
De hecho, solo el jueves la climatología les dará una tregua a los golfistas. Rachas de viento de 12 kilómetros por hora y un cielo parcialmente nublado darán paso a un viernes y a un sábado donde las tormentas eléctricas serán las grandes protagonistas a tenor de lo que podemos ver en estos momentos en la previsión meteorológica. El viernes, a eso de las diez de la mañana hora local –cuatro de la tarde en la España peninsular- la lluvia comenzará a apretar, intercalando algún que otro conato de tormenta que obligará a suspender el evento.
Y la guinda final la pondrá el domingo, el día de la semana donde más lluvia caerá y donde la mínima será más baja con 19 grados centígrados. Pero tampoco adelantemos acontecimientos, y es que ya sabemos cómo son estas cosas. Lo que hoy es negro mañana puede ser gris y pasado… azul impoluto.