Puede ser una de las grandes historias de este pasado año en el Golf profesional y una clara muestra de que a todo hay que darle la importancia que realmente merece. ¿Que a cualquier jugador le haría ilusión participar en un Grande como el British Open? Indudablemente. Pero antes del Golf, antes de lo que uno mismo desee se encuentra el ser generoso y el intentar ayudar a los demás o, como en el caso que nos ocupa, tratar de que ciertos colectivos no se vean arrinconados en la sociedad por acciones de las que no son responsables.
Y el más claro ejemplo lo vivimos este domingo durante el PlayOff de desempate del Open de Argentina del PGA Tour Latinoamérica. Allí se enfrentaban el colombiano Roberto Celia y el estadounidense Brandon Matthews quien, durante el tercer hoyo de desempate, tenía ante sí la obligación de embocar un putt de aproximadamente ocho metros para volver a salir desde el tee. Sin embargo, cuando estaba a punto de golpear a la bola, un grito salió desde la zona donde estaban los espectadores, y toda posibilidad de alargar la muerte súbita –y como consecuencia de ganar el billete al Royal St. George’s Club– se fue al traste.
“¡Vamos, chicos! ¿En serio?” fue lo primero que espetó el jugador de las barras y estrellas dirigiéndose a los fans. Pero lo que no sabía en esos momentos Matthews era que el aficionado que había cometido ese error era un hombre de mediana edad con síndrome de Down, tal y como le explicó en el vestuario un miembro de la organización. Ni corto ni perezoso, el americano comentó que quería conocer a esa persona fuera como fuera. ¿La razón? La madre de Matthews trabajó durante muchos años con este colectivo y le une una gran sensibilidad a este tema.
“Sólo quería asegurarme de que este espectador no se sintiera mal por la situación”, comentó el golfista tras el encuentro. “Crecí rodeado de personas con necesidades especiales debido a lo que mi madre hizo cuando yo era un niño y tengo una enorme debilidad en el corazón”, prosiguió el golfista, quien le dio al fan un abrazo y, además de mantener con él una agradable conversación, le obsequió con un guante y una bola firmados. “Va a doler y por momentos me voy a acordar de que no voy a jugar el Open, pero tengo 25 años y una larga carrera por delante”, sentenció. Ojalá que el karma algún día le devuelva la jugada.