Con la resaca todavía presente del grandísimo triunfo logrado por el sudafricano Christiaan Bezuidenhout en el Real Club Valderrama, es tiempo de reflexionar acerca de todo lo que dio de sí el Estrella Damm N.A. Andalucía Masters. Un campeonato que nuevamente hizo gala de un extraordinario nivel de participación que además contó con la climatología -esta vez sí- y el imponente escenario gaditano como una de las garantías de éxito de este primer evento de los dos que albergará España en 2019 en lo referido al European Tour.
Valderrama nunca decepciona y, a pesar de que los primeros 18 hoyos distaron mucho de aquel campo difícil con el que muchos han soñado más de una vez, las tres rondas restantes hablaron muy bien de un entorno único que afiló las uñas como siempre. Y es que este es uno de los encantos que puede ofrecer al mundo el complejo andaluz. En una era donde no es muy difícil ver cómo jugadores de una y otra parte del mundo se encargan de destrozar campos a base de pegada –no hay más que ver al ganador esta semana en el PGA Tour, Nate Lashley, que ha firmado un 25 bajo par-, el campo sanroqueño se sigue empeñando en apostar por la habilidad.
Quizá no sea el recorrido más largo del mundo, pero lo que nadie puede poner en duda acerca de Valderrama es que sí es uno de los más competidos y que mejor saben exprimir las habilidades de los jugadores. Uno de los protagonistas que han querido reconocerlo en las últimas horas a través de su perfil de Twitter es Edoardo Molinari, quien finalizó en el Top 26 con un +3 después de cuatro rondas en las que firmó 71, 72, 73 y 71 golpes. El jugador italiano salió en defensa de este tipo de instalaciones en un momento en el que parece que la mejor defensa contra los bombardeos sea tirar y tirar yardas, una decisión que no comparte el transalpino.
“¡Siempre es divertido jugar un campo tan corto y difícil como Valderrama! Esto no hace más que demostrar que la arquitectura adecuada puede superar sin problemas a la distancia y la tecnología. El 99,9 por ciento de los campos “modernos” son cada vez más largos, más anchos, más suaves, con greenes más grandes y que se necesitan seis horas para jugarlos. Nunca he visto una renovación para conseguir los efectos contrarios, restarle yardas y hacer greenes más pequeños. Esta semana ha confirmado que puedes tener un campo de siete mil yardas y conseguir que menos del diez por ciento de los jugadores acaben bajo par. ¡Los campos largos no son el camino a seguir!”, sentenció. Y razón no le falta.
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