Apenas han pasado unas horas desde que el Team USA celebrara por todo lo alto la consecución de la Ryder Cup, pero es momento para la reflexión en el bando europeo. ¿Qué cosas se hicieron mal esta pasada semana? ¿Influyó tanto el hecho de que el combinado de las barras y estrellas se reservara hasta seis elecciones de capitán? ¿La mayoría de jugadores rindieron por debajo de su nivel? Son muchas las preguntas que nos hacemos ahora. Aunque lo cierto es que de poco sirve a estas alturas hacer un análisis catastrofista de la situación vivida por Europa en Whistling Straits.
Cuando se conformó el roster pocos dudaban de que la decisión de Padraig Harrington de llamar a filas a Sergio García, Ian Poulter y Shane Lowry fuera la acertada. El irlandés, al igual que hiciera Thomas Bjorn, le daba el protagonismo a la denominada “vieja guardia” -con el añadido de su compatriota- para dotar de carácter a un equipo carente de líderes esta edición. No nos cabe la menor duda de que Rahm lo acabará siendo con el paso de los años, pero darle esa responsabilidad a un jugador de 26 años se antojaba hoy por hoy una temeridad.
Tal y como comenta el corresponsal de Golf dot com Luke Kerr-Dineen. Europa nunca ha contado con un Tiger Woods o un Phil Mickelson, pero lo que sí ha hecho ha sido tener unión en todas sus filas y muchísima competencia entre jugadores de perfil medio-alto. Los Clarke, Jiménez, McDowell, Donald, Rose o Stenson son el más claro ejemplo. Golfistas que, además de poder rendir a las mil maravillas tanto en parejas como de manera individual. Ejercían de puntos de unión entre los jugadores y el capitán. Prolongaciones del timonel de la nave en el terreno de juego, como suele decirse.
Eso se ha perdido a día de hoy. Apenas podemos contar con los dedos de una mano los que pueden ejercer esa función. Los llamados a ser sucesores de esta “vieja guardia” por sus resultados los últimos años -los Cabrera Bello, Molinari, Willett o Kaymer– han desaparecido del mapa y han dejado huérfana esa franja de edad entre los 30 y los 40 años –Wiesberger, con 35, que lo podía haber sido por edad, era un profano de esta competición-.
Un hecho que va a provocar muchos quebraderos de cabeza al viejo continente durante los próximos años. No nos cabe duda de que hay futuro -los Hojgaard tienen ADN Ryder Cup. Como MacIntyre, por poner dos nombres-. Pero es en la “zona media” donde Europa debería mejorar. Y esto, lamentablemente, no se conseguirá de la noche a la mañana.
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— Ryder Cup Europe (@RyderCupEurope) September 26, 2021