El golf olímpico para los Juegos de 2016 en Río de Janeiro tiene un problema: el dueño de los terrenos donde está previsto que se construya el campo ha puesto unas condiciones leoninas para hacer efectiva la compraventa de la propiedad.
A principios del pasado mes de marzo se informó de que el diseño del estadounidense Gilbert S. Hanse era el elegido para construir el campo que albergaría la competición de golf olímpica de Río 2016, un deporte que desde 1904 no participaba en los Juegos.
Casi dos meses y medio más tarde, la organización de Río 2016 parece que se enfrenta a un escollo: no dispone aún del terreno.
La disputa legal se centra entre los organizadores de la cita olímpica y el propietario de la finca, el brasileño Pasquale Mauro.
Las tierras están ubicadas en Barras de Tijuca, un exclusivo sector del balneario brasileño, lo que hace que el coste de la compra sea elevado. Una de las opciones –y presiones- que se estudian desde las instancias oficiales es que el gobierno de Río de Janeiro compre esas tierras ya que el campo quedaría como un legado para la ciudad.
Pero otro problema se suma al antes citado, pues el alcalde Eduardo Pacs, centrado en la organización del Mundial de fútbol 2014, no quiere ni oír hablar del asunto ya que los fondos de los que dispone están comprometidos para el evento futbolístico.
Además, es año electoral y prefiere que este problema no le perjudique para esos comicios.
Llegados a ese punto todo se orienta hacia la buena voluntad del dueño del terreno, Pasquale Mauro. El empresario ya hizo saber hace unos meses que estaría dispuesto a un trato por 32 millones de dólares (casi 25 millones de euros), pero a cambio quiere la concesión del campo para los próximos 25 años con todo lo que ello conlleva en cuanto a negocios, alquileres y demás.
El desconcierto es formidable entre los políticos de la ciudad, pues pensaban que tendrían el control total del campo pasados los Juegos Olímpicos y el propósito se está torciendo.
No obstante, hace pocos días tanto miembros del comité organizador como diferentes políticos locales de Río aseguraron que el problema «era menor», y que Hanse no se tendría que preocupar en utilizar el terreno para su diseño. “Sabemos quién es el dueño del terreno. Esto solamente es un pequeño retraso”, declararon fuentes de la organización a ‘Golfweek’.
De momento los plazos continúan tal y como se habían fijado. En 2015, el campo tendría que estar terminado, ya que ese año está previsto jugar un torneo previo a los JJOO. Pero para que eso se lleve a cabo el campo debería de empezarse a construir a principios de 2013.
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