Hablar del San Roque Club es intentar explicar un estilo genuino, un tratar de definir la belleza y la historia sin recurrir al célebre tópico de “lugar de culto para los amantes del golf”. Pero así es como es este singular paraje enclavado en el municipio de San Roque (Cádiz), rodeado de una amplia vegetación donde las verdes colinas y los alcornoques ocupan un amplio espectro durante los 340 acres de extensión. Todo ello coronado por la imponente mansión de la familia Domecq, que actúa como centro neurálgico del complejo y guardián de sus dos campos: el Old Course y el New Course, cada uno con su idiosincrasia.
San Roque abrió sus puertas por primera vez en el año 1991, siendo el Old Course la guinda de un recinto destinado a ser una de las visitas obligadas a nivel mundial para los amantes de este deporte. Es por esto que se trató con mucho mimo hasta el más mínimo detalle y se le dio la batuta a Dave Thomas para que diseñara un campo que pudiera explicar en 18 hoyos todo lo que significaba este trocito de Andalucía. Y así nació el Old Course, considerado junto a sus vecinos Real Club de Golf de Valderrama y el Real Club de Sotogrande como el Triángulo de Oro del Golf.
De hecho, cuando Valderrama acogió la Ryder Cup de 1997, San Roque recibió tanto al equipo americano como al europeo y, a día de hoy, todavía permanecen las placas con los nombres de los jugadores que indican la suite que ocuparon. Y no solo eso, sino que San Roque ha sido el anfitrión de la Final de la Escuela Clasificatoria Europea durante más de 13 años (1993-2003 en exclusiva), posibilitando que algunos nombres por todos conocidos sean familiares en el Club. Los Padraig Harrington, Lee Westwood, Ian Poulter o el campeón olímpico Justin Rose, sin ir más lejos, recibieron sus tarjetas del circuito europeo en San Roque.
Una década después de su apertura al público, en 2003, el complejo acordó la ampliación con otros 18 hoyos. Había nacido el New Course, con diseño de Perry Dye y Severiano Ballesteros, que contrasta perfectamente con el Old Course debido a la disparidad de enfoques y estilos, aunque con los mismos retos para el jugador que busca una verdadera prueba de nivel. Un recorrido, donde se encuentra el Tee de «Seve» en el hoyo 4 con vistas a Sotogrande, que enamora a los jugadores y aficionados y que tuvo su reconocimiento en 2006, cuando albergó el Open de España un año después de que su hermano mayor, el Old Course, lo acogiera y viera ganar al sueco Peter Hanson.
Es justo decir, pues, que nos encontramos ante uno de los clubes más prestigiosos no solo a nivel nacional, sino europeo. Su diseño, estilo y confortabilidad es la mejor prueba de que no hay que salir de nuestras fronteras para disfrutar de unos de los mejores parajes de golf del viejo continente.