Ahora que los meses de calor dan una tregua y podemos aventurarnos sin miedo en otro tipo de actividades, qué mejor manera que inaugurar esta temporada otoñal que revisitando ese lugar que uno nunca se cansa de recorrer: la Alhambra granadina, uno de los símbolos de toda una región y uno de los enclaves más visitados de todo el país.
Y es que hablar de ella es hacerlo de un complejo monumental único a nivel mundial. Una maravilla arquitectónica que se ganó el derecho a ser declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1982 y que presenta unos rasgos diferenciados que la hacen seguir siendo a día de hoy la joya de la corona de Andalucía. Un majestuoso lugar que cientos de personas visitan diariamente y que sirve para presumir de tierra y de una idiosincrasia que bebe de la historia de un pueblo que se ha caracterizado por ser un crisol de culturas.
Una historia que empieza en el siglo IX con las primeras edificaciones donde hoy se erige el complejo, pero no es hasta el XIII cuando Al-Ahmar, fundador de la dinastía nazarí, se enamora del lugar y decide llevar a cabo su reconstrucción e instalar en ella la sede de la corte. Utilizada como palacio, ciudadela y fortaleza, la Alhambra alcanzó su esplendor en la segunda etapa del siglo XIV gracias, en parte, a la espectacularidad de su obra en una Granada que cada vez iba recibiendo a más poblaciones musulmanas a causa del avance de la reconquista cristiana.
A partir de 1492, tras la toma de la ciudad, fue establecida como Casa Real y los Reyes Católicos llevaron a cabo diversas reparaciones. Una tarea que no se abandonará en años posteriores, como ejemplifica el emperador Carlos V con la construcción del palacio que lleva su nombre en 1526. Así, la tarea continúa unos cuantos siglos con los Austria hasta que con la llegada de los Borbones la Alhambra se abandona paulatinamente. Esto, junto a la ocupación napoleónica y la voladura a la retirada del ejército francés en 1812, provocó un enorme deterioro en el lugar.
Por suerte, el romanticismo de mediados del XIX volvió a poner en relieve su valor y tras mucho trabajo y tras confiar la Alhambra al patronato -ya en el siglo XX-, este conjunto arquitectónico pudo presumir de una conservación espectacular hasta nuestros días.
Así, los monumentos que tienen cabida en la medina -tales como el palacio de Comares o el palacio de los Leones– y el espectacular generalife -la villa con jardines utilizada por la realeza de Granada como lugar de retiro y descanso- hacen de la ciudad nazarí una visita obligada tanto para aquellos que todavía no han tenido la oportunidad de visitarla como para muchos otros que busquen volver a contemplar una estampa única en el sur de nuestro país. Uno de los monumentos que enamora al público y que se convierte, año tras año, en un imperdible para todos los amantes de la cultura.
*Contenido promocionado por la Empresa Pública para la Gestión del Turismo y del Deporte de Andalucía S.A.
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— Alhambra de Granada (@alhambracultura) September 27, 2023