El barcelonés Alejandro Larrazábal está tan pegado al golf como la playa al mar. Por mucho que la marea oculte la arena, esta vuelve a surgir con la bajamar. El barcelonés, polifacético donde los haya y que atraviesa la treintena, ha tocado todos los palos y uno más: campeón del British amateur 2002 -la cúspide del golf aficionado-, ha jugado el Masters de Augusta en 2003, se convirtió en profesional, luego en manager, después fue ‘caddie’ (tuvo éxito junto a José Mari Olazábal), ha sido ayudante de capitán en la Ryder Cup 2012 y desde enero sabemos su nueva tarea, que es ser orientador de jugadores profesionales.
«Larry», como le llamaban en el ‘mundillo’, ha vuelto a dar una vuelta de tuerca a su relación indisoluble con este deporte, que comenzó desde muy pequeño en El Prat, que le llevó hasta la cima en el campo amateur para darle, después, serios revolcones cuando optó por ganarse la vida metiendo ‘birdies’.
Larrázabal tiene ahora otra perspectiva. «Buscaba un cambio en mi vida. Creo que en este es el camino en el que puedo aportar más. Llevo toda la vida mamando el golf a todos los niveles, hasta el más alto, que he visto cómo funciona. A los neoprofesionales que intentan ahora dar el salto les puedo ser de gran ayuda y apoyo», relata Alex Larrazábal en una entrevista realizada por Vicky Ramos.
«No me dedico a arreglar el ‘swing'», aclara Alex. «Me dedico a sacar el máximo potencial de cada jugador. Entrenamientos bien estructurados y planificados, apoyo anímico…, soy como el director del golf del jugador», aclara.
Alex Larrazábal ya tiene una cartera de jugadores interesante: su hermano Pablo (Tour europeo), Álvaro Velasco, Pedro Oriol o Juan Antonio Bragulat. Si aumenta el número de clientes, Alex tiene previsto formar a algún otro profesional para que sea su ayudante.
Alex rebosa ilusión. Esta semana, desde el jueves, se ha enrolado con su hándicap 0,2 en la Copa Baleares, una competición del máximo nivel para jugadores amateur. Competirá junto a Mario Galiano o Javier Ballesteros Botín.
En Baleares matará el gusanillo, otra vez como amateur. Lleva entrenándose unos meses, pero nunca más allá del hecho de disfrutar. Alex Larrazábal se ha colocado otro nuevo horizonte, se ha reinventado, que en estos tiempos que corren es de sombrerazo.