Ningún tipo de actividad en un campo golf es tan peligrosa como la recogida de bolas en los lagos. Solo en los cuatro últimos años han muerto, que se sepa, cuatro buceadores en los Estados Unidos según un informe que recoge la prensa de ese país.
Recoger bolas es un trabajo implacable, físicamente exigente y lleno de peligros, pero muy recompensado. Se calcula que son 100 millones las bolas que se recuperan en los campos de golf estadounidenses anualmente siendo tres veces más la cantidad que nunca se encuentran.
Wes Stanfield es uno de esos tipos recoge bolas en una de las zonas más peligrosas del país, Florida. Stanfield tiene que enfrentarse diariamente con unas aguas sucias, cargadas de bacterias que producen el tétanos, con serpientes venenosas y, sobre todo, con los caimanes. La última vez que le atacó uno de esos reptiles se quedó con su cabeza como recuerdo.
Cada una de esas bolas le significa unos cuantos céntimos de dólar en ingresos. Sirva este ejemplo: por una bola ProV1, Stanfield, puede percibir unos 20 céntimos de dólar, cuando esa misma bola llega a la tienda su precio es de 2 dólares.
«Esto nunca ha sido un negocio fácil, y cada vez es más competitivo», dice Paul Lovelace, también dedicado a este negocio de recoger bolas y propietario Golf Ball Paul’s, detallista en Kansas City. “Es adictivo, como la caza de pequeños tesoros”, añade.
Luego existen otros problemas como los que se dedican a ello furtivamente, los llamados “nighthawkers”. En abril de 2012 cuatro personas fueron arrestadas en Michigan cuando los “cazaron” en el Aronimink Golf Club con 8.000 bolas en la camioneta.
En España también existen profesionales para este tipo de recogida de bolas, aunque sus trabajos pasan inadvertidos para la mayoría de los aficionados. Opengolf promete en breve plazo poder entrevistar a uno de estos esforzados hombres de las tinieblas y el fango.