Darren Clarke levantó el año pasado la Jarra de Clarete y cumplió un sueño. Saltó hasta el puesto nº 30 del mundo y se propuso una vida más sana. El norirlandés, de 43 años, se metió en el gimnasio, aplicó una dieta y aparcó su afición a fumar habanos, un placer que compartía con el malagueño Miguel Ángel Jiménez.
Sin embargo, hace pocas semanas que Clarke optó por volver a encenderse puros con cierta regularidad, lo que no fue óbice para incrementar el ritmo de entrenamientos pues su irregularidad le ha hecho descender hasta el puesto nº84 de la lista mundial.
Clarke, ante la defensa del título que se le avecina, agarró un billete de Ferry y se plantó en St.Annes, para entrenarse toda la tarde en el campo que acogerá la semana que viene el Open Británico, el tercero de los torneos de Grand Slam de la temporada.
«El campo está muy duro. Desde el ‘tee’ es muy estrecho y se deberá atrapar calles», comentó Darren Clarke en las redes sociales tras su primera visita a este links de la costa inglesa.
Desde el pasado mes de diciembre, el norirlandés estuvo a las órdenes de Jonathan Blommfield, el preparador físico del equipo de rugby de Inglaterra y del Ulster, con quien quedó sumido en una vida verdaderamente espartana. Tabaco, cervezas y nicotina fueron excluidas de su vida. Pero todo tiene un principio y, este este caso, un final.