Los datos oficiales que sobre golf arroja España indican que por tercer año seguido se han perdido muchos miles de jugadores por el camino. Pero, ¿qué ocurre en otros países de nuestro entorno? Opengolf les descubre los datos registrados en el país donde nació el vigente líder mundial, Rory McIlroy, y las medidas que han adoptado para intentar paliar la situación.
El número de afiliados a la GUI (Unión de Golf de Irlanda) sigue cayendo constantemente por quinto año consecutivo, con la recesión económica como telón de fondo. La situación, por tanto, es parecida o peor a la española.
En 2000, hace trece años, la GUI experimentó también un incremento significativo en el número de sus miembros, en cerca de 80.000 personas. De 111.806 jugadores en 1990 se pasó en una década a 190.878, según los datos del organismo rector del golf de ese país y recogidos por Opengolf.
Esa tendencia alcista, que repuntó en 2000, alcanzó su cota máxima en 2007, con una cifra oficial de 209.453 golfistas. Nunca en Irlanda hubo tantos jugadores censados, como paralelamente ocurrió en nuestro país.
Sin embargo y desde ese instante, la crisis económica mostró su cruda realidad. Desde 2008, el golf en Irlanda sufrió las secuelas de la recesión como tantas otras esferas de actividad.
Actualmente, la GUI tiene 158.101 miembros, justo por debajo del nivel de 1997 cuando tenían 163.490. La pérdida de practicantes ha sido notable en estos cinco últimos años (en total, 51.352), una cifra mayor aún que en España.
La crisis arrastró a jugadores y, también, a algunas instalaciones de golf. Pero la industria de golf irlandesa no solo no tiró la toalla, sino que intenta dar pasos hacia adelante pero con otro rumbo. ¿Está pasando lo mismo en España?
Los clubes, en todo el país (Irlanda), han emprendido novedosas ideas: se han puesto en funcionamiento nuevas categorías para miembros, tarifas con precios competitivos y formas innovadoras de hacer el juego atractivo y asequible.
En cuanto a los clubes, una de las ideas fue poder pertenecer como socios a dos y tres campos, lo que generó una interdependencia sobre todo a la hora de organizar competiciones, masculinas y femeninas, sin duda uno de los motores de la actividad.
Sobre los jugadores llamados en Irlanda ‘nómadas’, sin pertenencia a club, contados por miles y que buscan los mejores precios en ‘green fees’, las ofertas en aquel país se esparcieron como las semillas e incentivando, sobre todo, la competición y las bajadas de hándicap para los golfistas más ambiciosos, que son la mayoría.
En próximos ejercicios será el momento de evaluar el éxito de estas medidas en Irlanda. Al menos, en este país han puesto imaginación para frenar la realidad circundante.