Estamos en la primera pisada, en el primer golpe de la aventura de los sentidos en la Costa Brava. Y eso que Golf Platja de Pals, inaugurado en 1966 y uno de los buenos campos de la decena que integran la oferta Costa Brava, nos exigirá mucha precisión con los palos.
Jugaba por el hoyo 3 cuando noté que me pisaban los talones una amable pareja de franceses. Ella tendría no más de 40 años, y él seis o siete por encima. Tardé algunos minutos, más de lo normal, en leer los ‘greenes’ muy cuidados.
“Mis” franceses esperaban pacientes. Charlaban acodados en el frescor de los pinos. Entendí que Golf de Pals no nos pedirá un juego contra reloj.
Eso sí, su bosque de pinos altos y frondosos serán testigos de la rectitud desde el tee de salida. Se trata de uno de los recorridos más antiguos de la Costa Brava. En alguno de los hoyos podremos escuchar el susurro de las olas del Mar Mediterráneo.
La belleza del entorno y la proximidad al mar harán disfrutar a todos los jugadores de este diseño de Platja de Pals, con una cita obligada tras la partida: en su acogedora y tradicional casa club será obligado probar el arroz con langosta realmente exquisito y sublime, regado con vino tinto del bajo Ampordá.
La casa club da pie, tras comer en su salón de mantelería y cubertería finas, a una charla distendida en su terraza, a una buena partida de mus o a degustar la sencillez de sus combinados. Mis amigos franceses se sumaron a la tertulia peculiar de golf, gastronomía, vida y cultura.
Cumplimentados la digestión, el combinado y la charla, me dirigí a mi destino para pernoctar (Hotel Aigua Blava), no sin antes darme un salto a los pueblos medievales de la comarca.
Recomiendo por su increíble belleza (es una sorpresa en toda regla) los pueblos de Besalu, Pals, Peratallada, Llafranc o Tamariu. Una gozada pasear por sus calles empedradas. Hay que mirar el plano y elegir alguno de ellos, dependiendo del tiempo del que se disponga.
El Hotel Aigua Blava es un cuatro estrellas situado en el municipio de Begur. Sin duda, se trata de uno de los rincones más bonitos de la Costa Brava. Tiene el hotel una clientela extranjera (nórdicos tranquilos) que repiten con fidelidad año tras año, lo que es un dato a tener en cuenta.
El Hotel fue construido a comienzos del siglo XX. Cuatro generaciones de la misma familia han convertido este lugar en singular. Hospitalidad, refinamiento, aire del siglo pasado y buena mesa para cenar.
Al despertar llega la sorpresa: el hotel está rodeado de calas acogedoras y aguas limpias, cristalinas. De verdad que lo que dan ganas es de quedarse un día más, por lo que no se descarta este extremo y, bien pensado, se puede retrasar la marcha hacia el Golf d’Aro Mas Nou perfectamente 24 horas.
Próximos golpes: Golf d’Aro Mas Nou – Lloret de Mar – Hotel Santa Marta