Es sapiencia popular: cuando un célebre personaje comienza a recibir premios y condecoraciones es sinónimo de que el fin de su carrera está al llegar. Quizá sea por ello por lo que José María Olazábal se resiste a pensar que el reciente premio Príncipe de Asturias anuncie el crepúsculo de una gran trayectoria como golfista. Quizá por esa intuición, el jugador vasco de 47 años, 28 de ellos como profesional, es tercero en el Open de Irlanda después de dos rondas, a dos golpes de los líderes, el joven estadounidense hijo del patrón de Titleist, Peter Uihlein, y el inglés Robert Rock.
«Hacía mucho tiempo que no estaba en una posición similar. Estoy encantado. Para eso es para lo que trabajo. Para mejorar mi juego y darme alguna oportunidad de vez en cuando«, comentó tras la vuelta al European Tour el maestro Olazábal, quien logró su último ‘top-10’ en enero de 2012 (Volvo Golf Championship) y cuyo último triunfo se remonta al Mallorca Classic de 2005.
Olazábal se aprovechó de un día ventoso, en donde él se desenvuelve con más destreza que la mayoría de golfistas, aunque se lamentó del ‘driver’, del que dijo que «aún» debe «mejorar». «Me está dando mucha guerra y en este campo es importante porque hay muchos bunkers y hay que evitarlos a toda costa», indicó sobre el palo más largo de la bolsa.
Pero no solo Olazábal (68 y 69 golpes) muestra un comportamiento destacado en el Carton House GC. Pablo Larrazábal es octavo con 6 abajo; Rafa Cabrera-Bello lleva -5; y Alejandro Cañizares, Jorge Campillo y Álvaro Quirós figuran un poco más abajo con -4. Solo Nacho Garrido quedó apeado del fin de semana.
En contraste, la tristeza y el asombro invade Irlanda con los cortes fallados por sus estrellas, Rory McIlroy, Padraig Harrington, Darren Clarke y Graeme McDowell. Las lecciones las impartió hoy Olazábal.
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