Nos gusta el golf y resulta placentero porque, entre otras razones, requiere esfuerzos de baja intensidad. Caminata y golpeo intermitente efectivamente parecen ejercicios de poca exigencia para nuestro organismo, pero hay otros factores que intervienen casi de manera anónima y que pueden provocar lesiones inoportunas y dolorosas si el jugador no está prevenido.
Generalmente, la prevención de las lesiones en golf se resume por tres cuestiones capitales: una adecuada técnica, preparar al organismo para el esfuerzo (calentamiento y buena forma física) y evitar los sobresfuerzos.
Es común que las lesiones aparezcan en los últimos hoyos de una ronda a 18. Al fin se trata de un esfuerzo de baja intensidad pero prolongado en el tiempo (de 4 a 5 horas). Pero, además, en el giro potente tanto para los golpes de salida como para muchos otros en calle o ‘rough‘ se precisa fuerza de giro, potencia y una acción de torsión un tanto brusco que, además, son siempre hacia el mismo lado. Esto genera desequilibrios en toda la musculatura del deportista.
Las patologías más frecuentes en el golf se producen por sobrecarga y afectan a la región lumbar, muñeca, hombro y codo. Estas lesiones también dependen del tiempo que lleven practicando este deporte, ya que las más frecuentes en los amateurs son las localizadas en la región lumbar, mientras que los profesionales tienen más problemas en las lesiones localizadas en la mano y la articulación de la muñeca.
– Codo: destaca la epitrocleitis, epicondilalgia medial o “codo de golfista”. Se caracteriza por un fuerte dolor en la parte interna del codo como resultado de una tensión mantenida o por sobresfuerzos. Esta patología, si no se trata, genera una gran dificultad para coger algunos objetos y dolor en determinadas posiciones.
– Hombro: Subrayamos la tendinitis. Se produce por el continuo movimiento de los tendones que pueden terminar por inflamarse y desestructurarse. Comienza como una molestia en la zona, pero si no se trata correctamente, llega a producir fuertes dolores, incluso de forma continuada, al realizar cualquier tipo de esfuerzo. Para paliarla, es necesario buscar la regeneración del tejido, por lo que debe recibir un descanso de la zona y posterior rehabilitación.
– Región Lumbar: Más del 75 por ciento de los golfistas sufrirá durante su vida algún dolor de espalda. En la torsión del tronco, en el swing, que es de 90º la mitad aproximadamente corresponden a la pelvis, 35º lo ejecuta la columna dorsal baja y los últimos grados de movimiento los realiza el desplazamiento del omóplato o escápula sobre el tórax. La alteración de esta cadena de movimientos representará problemas para la columna lumbar.
En nuestro stand es muy importante mantener la espalda lo más recta posible. Para ello debemos flexionar las rodillas un poco más de lo que acostumbramos.
– Muñeca: El desarrollo de síndromes dolorosos en la mano puede resultar muy común, sobre todo en la izquierda, particularmente debido a afecciones subyacentes de artritis o tendinitis. Dependiendo de cómo se realice la sujeción del palo o ‘grip’ cada golpe ocasiona un microtraumatismo que será variable según la forma de sujeción, el tamaño del palo, la fuerza con que se sujeta, la potencia y resistencia que se ocasiona en el golpe y otras variables. Para evitar los síndromes compresivos habrá que depurar la técnica, asiendo el palo de forma correcta.
Si los golpes se efectúan sobre alfombras hay que ser más precavido, además de vigilar el tamaño adecuado del grip para cada golfista.
Fuentes: Fisiomataleñas, Laverdad.es y Antonio Tomás (profesor de Educación Física)