Rory McIlroy no ha disipado duda alguna respecto a su juego en el Shell Houston Open. La realidad es que en ninguna de las tres rondas disputadas en Texas ha podido bajar de 70 golpes, pobre bagaje para el que quiere recuperar el número uno del mundo.
McIlroy firmó 71 golpes en la llamada jornada del movimiento, resultado el cual no afectó prácticamente al norirlandés en su clasificación, paso del 52º al 46º.
Y todo ello después de un esperanzador comienzo con cuatro birdies en los primeros 12 hoyos, sin error alguno. Pero el tramo final fue otro cantar para McIlroy, al entregar tres bogeys en los últimos seis hoyos.
«Obviamente no fue el final que yo quería», dijo el norirlandés de 23 años en declaraciones que recoge el PGA Tour. «Hoy han habido cosas muy positivas. Me encantaría continuarlas mañana y también la próxima semana. Y en última instancia en el Masters dentro de un par de semanas.»
McIlroy necesita competición para llegar al Masters con ciertas garantías y para ello se apuntó a última hora en el Texas Valero Open, último torneo antes de Augusta y en el que no tenía intención de participar.
A falta de los últimos 18 hoyos lidera la clasificación en el Redstone Golf Club, seis jugadores, todos ellos estadounidenses, se encuentran en un puño. La cabeza la comparten Stewart Cink y Bill Haas con -11. Crane, Points, Wheatcroft y Kokrak, a un golpe (-10), ocupan la tercera plaza.
Quien tuvo una buena reacción en el ‘moving day’ fue el zurdo de San Diego. Mickelson firmó una de las mejores tarjetas del día, 67 golpes, para ganar 33 puestos y ascender hasta el 21º.