Esta historia se acabó, o casi, pues cargado de combustible y a toda velocidad el norirlandés Rory McIlroy, de 22 años, afronta con 8 golpes de ventaja la recta final del Abierto de los Estados Unidos número 111. Salvo autodestrucción, se convertirá en el campeón más joven en la historia del torneo y el domingo ganará su primer ‘Grande’.
Solamente la precocidad del mítico Bobby Jones aventajará en los registros a McIlroy, aunque aquél se impuso como ‘amateur’ en el Abierto estadounidense de 1923.
Tiger Woods y Gil Morgan compartían con -12 el registro más bajo alcanzado en la historia del Abierto estadounidense. McIlroy lo ha rebajado, hasta los -14, el mejor registro tras 54 hoyos.
Desde la irrupción del fenómeno Tiger Woods en 1997 -de baja por lesión en este Abierto- y su descomunal superioridad, ningún otro golfista había ascendido a esas alturas. McIlroy, como hiciera Tiger durante once años, ve al resto de golfistas como hormigas desde la azotea de su rascacielos.
La tercera ronda es cierto que ya no fue un monólogo del joven líder. Ni falta que hizo. El robot McIlroy puso la reductora en su motor. Aún con todo firmó 68 golpes (4 ‘birdies’ y un ‘bogey’) y acumula -14, el registro más bajo en la larga vida de este torneo, que se suma a su récord del viernes tras 36 hoyos: el más bajo de siempre, con -11.
McIlroy jugará mañana contra sí mismo. El resto lo hará por la segunda plaza. La ventaja del líder, a falta de 18 hoyos, es ahora de ocho con respecto al mismo segundo clasificado, el surcoreano Y.E. Yang (70 golpes).
El inglés Lee Westwood, segundo del mundo, el australiano Jason Day, ambos con una remontada espectacular (65 golpes), y el norteamericano del ‘putt’ súper corto, Robert Garrigus, igualan en la tercera plaza a 9 golpes del líder.
Tiger Woods ganó este Abierto en el año 2000 con una ventaja sideral y de récord de 15 golpes con respecto a Els y Jiménez, los empatados en la segunda plaza. Aquel torneo tuvo el mismo color que éste que se desarrolla en el Congressional. Sonó el mismo instrumento monocorde.
McIlroy ganará en el segundo campo más largo de la historia del Abierto USA. El norirlandés ha sometido a su dictadura los casi siete mil metros de hierba segada del Congressional (Washington). Lo venidero será, en poco tiempo, el dorsal número uno del mundo.
El torneo atisba al segundo norirlandés que de manera consecutiva será campeón, ya que el año pasado el triunfo fue para Graeme McDowell. Éste acabó con 40 años ininterrumpidos de fracasos europeos. El golf del Viejo Continente tiene que felicitarse por ello.
Como moneda de dos caras se desarrolla el concurso de Sergio García (hoy 69 golpes). Una positiva, por cuanto el castellonense estuvo sólido como en las dos anteriores rondas y figura en vanguardia (sexto). Ha roto así una tendencia nociva pero, a la vez, desgraciada por coincidir con una actitud intratable del líder.
García ha vuelto y Álvaro Quirós, que logró atravesar su primer corte en un Abierto estadounidense, aseguró 72 tiros y podría acabar entre los quince mejores.
Para el último capítulo del torneo habrá que recordar lo que le ocurrió a McIlroy en el último Masters de Augusta. Lideró el torneo durante las tres primeras rondas. El domingo arrancó con una ventaja de cuatro golpes, que dilapidó al firmar 80. Acabó en el puesto decimoquinto.
¿Asistirá el espectador norteamericano a otra inmolación de este joven prodigio? Mañana comienza con el doble de renta (8 golpes). Él ha repetido hasta la saciedad: «Aprendí la lección». La incógnita se despejará la noche del domingo.