José María Olazábal barrunta que la victoria, el domingo, será muy costosa. Tras los cuatro partidos matinales de ‘foursomes’ (golpes alternos) los norteamericanos ofrecieron más luces que sombras, aupados por un público muy ruidoso, que alienta sin descanso y que celebra los golpes erráticos de los jugadores del viejo continente.
El empate a dos puntos, gracias a las victorias de los ‘súper Mc’ y los ingleses Poulter y Rose, deja en el aire una sensación de que los golfistas yanquis están finos: les ayuda el ‘rough’ corto, la enorme velocidad de los ‘greens’ y el aliento incansable al otro lado de las cuerdas.
Keegan Bradley, un ‘rookie’ unido al más veterano en Ryder Cup, el zurdo Phil Mickelson, ofreció un recital sobre todo en los ‘greens’. En el hoyo 12, pegó un tiro sensacional en este par 3 larguísimo, cuyo ‘putt’ machacó Phil. Escoció tanto que ambos se colocaran por delante que Sergio García y Luke Donald se vinieron abajo.
En el hoyo 15, Sergio y Luke entregaron el partido (4 y 3). Después, McIlroy y McDowell cerraron su litigio en el hoyo 18 frente a los durísimos Jim Furyk y Brandt Snedeker. Y para asestar otro golpe anímico, Westwood y Molinari cayeron sin excusas ante Dufner y Zach Johnson.
Para el empate, Tiger Woods volvió a demostrar que los ‘foursomes’ no es lo suyo. Perdió junto a su amigo Steve Strciker frente a la pareja más fuerte de Europa, con Poulter y Rose. El primero metió directamente un golpe desde el ‘bunker’ para enmarcar. Fue el mejor golpe de la jornada, pero no el más emotivo, pues este vino de las manos de Bradley, un héroe por la mañana.