“Ve preparándote para lo que pueda pasar dentro de un año, en Augusta”, le espetó Miguel Ángel Jiménez durante una comida a su amigo Pascual (Alicante, 1964), también de apellido Jiménez, también profesional y compañero de fatigas cuando ambos pretendían ganarse la vida como golfistas a comienzos de los años 80.
Aquellos tiempos, entre 1980 y 1985, fueron años duros para abrirse camino en un deporte todavía restringido y obtuso. Ni Miguel ni Pascual lo olvidan. Quizá aquellas vivencias les unen todavía como argamasa eterna. Ambos partieron desde un entorno humilde, lleno de esfuerzo no regalado en sus jornadas como ‘caddies’ solo compensado con duermevelas, en las noches, soñando despiertos con triunfar en St.Andrews o en Augusta.
Con los codos apoyados sobre el mantel de tela a cuadros, Pascual se quedó sin habla, mortecino, cuando Miguel Ángel Jiménez le dijo mientras comían que contaba con él para llevarle la bolsa en el Masters de 2012. ¡Faltaba un año aún! Pero Miguel Ángel ya lo tenía en mente, como un objetivo cuyos tiempos podía empezar a manejar.
Pascual, el profesional del club La Marquesa en el alicantino Rojales, había quedado a almorzar con Miguel Ángel y sobre el Masters no tenía nada que decirle salvo transmitir un mensaje ajeno: pedir dos entradas del Augusta National para dos buenos amigos.
“No sé decir que no. Así que le transmití la petición a Miguel Ángel. Le pedí esas dos entradas para el Masters”, recuerda Pascual a OpenGolf sobre aquel instante, del cual se cumple ahora justo un año.
Ayuda para leer los endiablados ‘greens’
El golfista malagueño no puso reparo a la petición, pero le soltó una bomba de relojería a Pascual. Le quería como ‘caddie’ para el Masters de 2012.
Tan pálido y desfigurado debió quedar su rostro que Miguel Ángel le preguntó si se había sentido molesto por pedirle ayuda para leer aquellos endiablados ‘greens’, que contonean sus curvas al sentirse arropados por las más preciosas azaleas que un ser humano pueda ver en un campo de golf.
Esta vez fue una ventaja para Pascual no saber decir que no. Al día siguiente su respuesta por teléfono fue afirmativa y Miguel Ángel le incluyó en su equipo.
Al final de año (2011) el golfista de Churriana se metía en el ‘top-50’ del ránking mundial y, por consiguiente, se ganaba una plaza para regresar al primer torneo de Grand Slam del año. Antes de las campanadas del 31 de diciembre, Miguel Ángel le confirmó a Pascual que en pocos meses se enfundaría el mono blanco de Augusta con un letrero a la espalda que identificaría, casualmente, a ambos. En el letrero se leerá “Jiménez”.
Los dos Jiménez, con 48 años
Jiménez junto a Jiménez. Miguel Ángel y Pascual. 48 años y 48 años en sus pasaportes. Juntos de nuevo, casi un cuarto de siglo después de la época en la que como “aspirantes a profesionales” (título que se le otorgaba por entonces a los ‘caddies’) viajaban apiñados por esas carreteras de Dios, con el cansancio a cuestas en los mismos hoteles. Pascual, siempre en el coche de Emilio Rodríguez, el compañero con carné de conducir.
Santi Luna, Miguel Ángel Martín, Morito, Navarro, Buendía… Grandes golfistas que como Pascual Jiménez y Miguel Ángel Jiménez buscaban fortuna por los torneos de los circuitos nacionales.
La sintonía entre Miguel Ángel y Pascual como compañeros para siempre se solidificó en un Campeonato de Dobles, siendo ambos todavía “aspirantes a profesionales”. En 1982 pasaron el examen, junto a una docena de jugadores, en el RACE madrileño para obtener el título de profesional, y no fallaron.
(continuará…)
En el próximo capítulo: “Entrenando con una bolsa de 25 kilos”