Aves, coyotes, zorros, jabalíes, ciervos… pero ¿un tiburón? Es lo que halló un grupo de golfistas californiano al entrar al ‘tee’ del hoyo 12 del San Juan Hills Golf Club, al sur de California. El escualo, un tiburón leopardo, midió 61 centímetros, pesó unos 900 gramos y presentaba heridas sangrantes por punción, posiblemente por el picoteo de algún ave que lo sacó del mar, en la costa colindante.
Avisado el ‘marshall’ del campo, éste colocó al escualo en el ‘buggy’ y lo condujo a la casa club. Allí, Melissa McCormack, que fotografió al tiburón, lo introdujo en un cubo de agua con sal de la misma cocina.
“Sabíamos que teníamos que llegar al océano tan rápido como fuera posible”, dijo McCormack a ‘timesunion.com’. “Al principio no se movió en el agua, pero luego se volteó”, aseguró.
“Nadie recuerda que un tiburón cayera del cielo para aterrizar en un campo de golf. Y no hay nada como salvar a un tiburón”, concluyó McCormack.