Una sola anécdota le bastó a Olazábal (74 golpes para empezar el US PGA) para reflejar a la prensa estadounidense lo que él mismo definió un día como el «espíritu de Seve Ballesteros». Ese aura de campeón inquebrantable de Seve es el que dijo el capitán de la Ryder Cup hace meses que quería inculcar a sus jugadores, para la cita del mes de septiembre y que, por su cercanía (50 días), sus ecos se oyen por los rincones del US PGA que comenzó en Kiawah Island.
Olazábal extrajo del cajón de su cerebro una de las docenas de imágenes cuando formaba pareja de combate con el genial golfista cántabro. Ambos formaron el mejor dúo europeo de la historia de esta competición.
En 1991, Seve y Olazábal sellaron una de las victorias más memorables precisamente en el Ocean Course de Kiawah Island en donde, el jueves, el jugador vasco terminó sus primeros 18 hoyos en este cuarto y último torneo de Grand Slam. Veintiún años después, aquella victoria en los ‘foursomes’ (golpes alternos) se fraguó tras la manera de perder el segundo hoyo, un par 5.
«Seve pegó un gancho salvaje en el hoyo 2. La bola se fue marisma abajo, por la izquierda. Fue un disparo tan pobre que me vi obligado a sacarla hacia el tee de mujeres. Obviamente, el equipo de Estados Unidos fue, como siempre, justo en medio de la calle», recuerda y prosigue: «Ellos llegaron cortos de ‘green’ de dos golpes, mientras Seve pegó un hierro 4 bloqueado, en los árboles, para un chip desde fuera. Estabamos de cinco golpes, y ellos de dos».
«Le dije a Seve en ese instante ¿qué diablos estamos haciendo aquí? Vamos a recoger la bola y vayamos al tercer hoyo», comentó el vasco al tiempo que precisó que el ‘green’ estaba protegido por agua en el frente y en la parte posterior.
«Pero Seve me dijo: espera sólo un segundo. Si tenemos chip y putt, hacemos 7. Y ellos, si fallan el chip al agua y necesitan dos ‘putts’ también harán 7. Así que todavía tenemos una oportunidad. Sigamos.»
«Por supuesto», comentó Olazábal, «perdimos el hoyo, pero representó un comienzo de una gran partida».
Finalmente, Seve y Olazábal derrotaron a Paul Azinger y Chip Beck, dando a los europeos el único punto de la mañana. Fue otro de esos momentos en donde creció la leyenda de nuestro campeón Severiano.