La reaparición de José Mari Olazábal en el Open de España, cita que no jugaba desde 2004, es uno de los grandes atractivos que ofrecerá el torneo que se celebra esta semana en el Real Club de Golf El Prat, con el patrocinio principal de Reale Seguros y Turespaña y la Conselleria de Turisme i Esports de la Generalitat de Catalunya como copatrocinadores.
El capitán del equipo europeo de la Ryder Cup 2012, doble ganador del Masters de Augusta (1994 y 1999), así como de 30 títulos internacionales –seis de ellos en Estados Unidos-, que formó la mejor pareja de la historia de la Ryder Cup junto a su amigo Seve Ballesteros, es uno de los jugadores más respetados y queridos del circuito y jugará el Open de España acompañado por su inseparable caddie y fiel escudero, el barcelonés Álex Larrazábal, jugador del RCG El Prat y por tanto, excelente conocedor del recorrido.
El debut profesional de Txema Olazábal se produjo precisamente en un Open de España, en la edición de 1985 celebrada en el campo catalán de Vallromanas, aunque entonces no pasó el corte. Su mejor resultado fue en 1998 en el RCG El Prat, donde terminó segundo empatado, a un golpe del danés Thomas Björn.
Además, logró varios Top ten en otras ediciones. Fue décimo en Costa Adeje en 2003, octavo en el Club de Campo Villa de Madrid en 1994, cuarto en 1993 y décimo en 1992 en el R.A.C.E., sexto en el Club de Campo Villa de Madrid en 1990, cuarto en El Saler en 1989 y sexto en Pedreña en 1988.
Esta semana tratará de dar un nuevo paso adelante en su total recuperación con la motivación extra de hacerlo en uno de los torneos más antiguos del Circuito Europeo que cuenta en su palmarés con nombres como Arnold Palmer (1975) Bernhard Langer (1989), Colin Montgomerie (1994), Nick Faldo (1987), Padraig Harrington (1996), Sergio García (2002), Charl Schwartzel (2007) o su buen amigo Severiano Ballesteros que ganó las ediciones de 1981 en El Prat, 1985 en Vallromanas y 1995 en el Club de Campo Villa de Madrid.
José Mari Olazábal: “Vamos a jugar nueve hoyos entre pinos, no tan largos como los otros nueve aunque sí más técnicos, en los que hará falta más precisión quitando el 17 (que será el 8), pedazo de par 4 impresionante con un green difícil.
Los nueve segundos son más abiertos aunque más duros por la distancia; los pares 4 son largos, los pares 3 muy sólidos y en los pares 5 es difícil llegar. La combinación de los dos recorridos es muy buena: nueve hoyos más técnicos y nueve en los que hay que pegarle fuerte a la bola. Los greenes son muy movidos.
Vine a El Prat a entrenar a finales del año pasado con Txomin Hospital, Pedro Linhart y Pepo Canonica pero llovió y solo pudimos jugar nueve hoyos.
¿Mi juego? Ahí ando peleando… ¡y no acierto con el botón! Por mucho que remuevo parece que no soy capaz de darle al botón. Y, en cuanto a la salud, sin estar al cien por cien, las molestias son ahora más llevaderas. Pero no será excusa para no jugar bien.
Alex (Larrazábal) ha competido, sabe de qué va esto y en un momento determinado me ayuda a tomar decisiones. Ve la situación como jugador y eso es muy importante. Es formal, puntual y siempre está dispuesto a trabajar. Me aporta apoyo moral. Cuando las cosas salen bien y va todo rodado, estupendo, pero si no, tiene la cabeza fría y al mismo tiempo espíritu de lucha y me anima: “vamos a intentarlo”, me dice. Su sentido del humor y alegría también ayuda no sólo en el campo sino fuera. ¡A ver si aguanta los momentos malos que le estoy dando!”.
Alex Larrazábal, barcelonés de 31 años, creció como jugador de golf en El Prat y en 2003 ganó el British Amateur. A finales de la temporada pasada comenzó a trabajar para Olazábal por indicación de Gonzalo Fernández-Castaño, y desde entonces se ha convertido en su fiel escudero.
Alex Larrazábal: “Del ‘jefe’ he aprendido lo que hay que hacer si quieres llegar a ser grande: entrenar y trabajar, entrenar y trabajar. Me alucina el carácter de José Mari, su nivel, la garra, el espíritu de lucha y entrega que tiene es brutal. Me hace mucha ilusión trabajar para él aquí en casa, en El Prat. El campo no es demasiado largo pero los greenes son bastante complicados. Hay que posicionar la bola más en los nueve segundos que por los primeros. Como característica principal yo diría que el estrés va de menos a más conforme vas avanzando en el hoyo; sin embargo, no es tan exigente de salida”.