El golf nos tiene acostumbrados a arruinar pronósticos, pero aún así no se esperaban los 80 golpes (+9) de Pablo Larrazábal nada más comenzar el Open de Francia, que le colocan en una tesitura difícil: a 14 golpes del líder, el danés Anders Hansen (66).
Larrázabal era una de las esperanzas del golf español en París, tanto porque ganó en Le Golf National en 2008 -que le sirvió de trampolín- como por su coqueteo en las últimas semanas con un título en el European Tour.
Pero como dijo tras su vuelta de uno abajo el grancanario Rafa Cabrera-Bello, Le Golf National, que será sede de la Ryder Cup en 2018, “es un campo bastante difícil, que se defiende muy bien y no permite muchos errores”. “Para una buena vuelta hay que jugar perfecto”, proclama Cabrera al European Tour.
Debió ser, pues, que el juego de Larrazábal fue el antagonista de la perfección (hizo su peor vuelta desde el el Iberdrola Open en Mallorca, en mayo de 2011). Pero menos mal que el golf español casi siempre tiene un buen fondo de armario: Miguel Ángel Jiménez se sacó una vuelta con tres ‘birdies’ y un solo ‘bogey’ para situarse en buen sitio (duodécimo) con 69 golpes.
Jiménez también ganó en este campo y torneo, hace solo tres años y en un desempate frente al mayor de los Molinari y Alejandro Cañizares, por lo que su primera huella en esta nueva edición del Open francés significa más que un simple comienzo prometedor.
Hansen domina con un golpe de ventaja sobre el francés Romain Wattel.