Severiano Ballesteros ganó por dos veces el Masters de Augusta (1980 y 83). Desde su primera Chaqueta Verde no faltó a la cena de campeones. Su carisma y sentido del humor muy pronto fueron parte fundamental de la velada. Las últimas cenas sin Seve, enfermo, ya no eran lo mismo. Esta noche, Seve tampoco ocupará su sitio en la mesa, pero los campeones de Augusta le rendirán homenaje.
El espíritu de Severiano rondará por los rincones de la casa club del Augusta National. Aquel muchacho de Pedreña, que trabajaba como ‘caddie’ en su pequeño pueblo de Cantabria, pudo alcanzar la gloria de enfundarse la prenda más preciada del golf mundial. En Augusta nadie sabía dónde estaba Pedreña ni Cantabria, y muchos ignoraban que en España se jugase siquiera al golf.
El legado de Seve fue inmenso, y eso lo sabe muy bien José María Olazábal, quien tomará la palabra para glosar brevemente la figura de un gran deportista de talla mundial, si la emoción no se lo impide.
Será la primera vez que Olazábal acuda a la cena de campeones como capitán europeo de la Ryder Cup, cuyo menú recae este año en el triunfador de 2011, el surafricano Charl Schwartzel. Éste preparará una babacoa típica de su país.
El “Club del Masters”, nombre formal que se le otorga a los ganadores, comenzó a organizar estas cenas en 1952, cuando Ben Hogan quiso celebrar su título con el resto de campeones previos.
Seve Ballesteros organizó dos de ellas, y Olazábal otras tantas. El vasco, en 1995, hizo un menú a base de tapas y paella, y en 2000 repitió con las tapas pero introdujo el chuletón.
La más curiosa de los últimos años fue la que ofreció Tiger Woods en 1988: ‘cheeseburgers’. Hay que recordar que entonces Tiger tenía 22 años.