Más allá del duelo entre Mickelson y Stenson, hubo un golfista que se ganó el cariño de todo el Open tanto por su gran papel sobre la hierba de Royal Troon como por su desparpajo dentro y fuera del verde. Se trata del inglés Andrew Johnston, “Uncle Beef” como fue bautizado por los numerosos periodistas que tuvieron por primera vez noticias de este joven la pasada semana –aunque a nosotros nos es más familiar por el hecho de que conquistó el último Open de España que tuvo lugar en el RG Valderrama-.
Con 27 años de edad, este chico corpulento, de barba desaliñada y con una energía contagiosa fue una de las estrellas del tercer Grande de la temporada por su gran amabilidad y por la enorme actuación durante las cuatro rondas. De hecho, solo unos flojos nueve hoyos finales le hicieron terminar sobre par el domingo y finalizar en la octava posición, a solo dos golpes de obtener automáticamente una invitación para el Masters de Augusta de 2017 –además de la que ya llevaba del Open en el bolsillo-.
Su calidez, su cercanía y su sonrisa cautivaron a los periodistas y aficionados congregados en Troon y, como ya sucediera en Cádiz, no dejó lugar a la improvisación sobre cómo iba a celebrar su gran actuación en un Major: “Definitivamente, esta noche me tomaré alguna cerveza”, comentó.
Alguno podría pensar que su comportamiento es fruto de una imagen prediseñada para caer bien. Pero no. Él es así y lo demostró en muchas acciones durante los cuatro días. Sin ir más lejos, el domingo compartió partido junto al estadounidense Bill Haas, y aquí se pudo comprobar cuán de espontáneo es. En el hoyo 4, tras dejar con el driver la bola en el centro de la calle, era el turno para el norteamericano. Haas disparó con fuerza, pero la pelota cayó cerca de la zona del público. Entonces uno de los espectadores gritó algo, recriminándole al de Carolina del Norte su mal golpe.
“Eh”, se le escuchó a Johnston. “Sé amable con Bill, sé agradable con él”, replicó en voz alta el británico.
Una acción con la que se ganó más apoyos si cabe y que, junto a la paciencia de la que hace gala al contestar uno por uno a la gran mayoría de tweets que recibe a diario, tuvo como colofón final la gran ovación recibida en el hoyo 18, cuando se dirigía al green. Fue tal el entusiasmo del público que Beef no pudo hacer otra cosa que quitarse la gorra, elevar su putter al cielo y saludar a la multitud, la gran mayoría puesta en pie.
“Recordaré siempre lo vivido en el 18”, comentó Johnson una vez que finalizó su ronda. Y no es para menos. Esta semana nació una estrella al sudoeste de Glasgow.