Con un trabajo exigente y continuado a la larga se pueden lograr grandes resultados. Y si no que se lo digan a Jordan Spieth. Pese a que sólo acaba de cumplir 22 años, el golfista de Dallas tiene entre ceja y ceja convertirse en muy poco tiempo en uno de los mejores jugadores de la historia de este deporte. Por ello entrena horas y horas antes de cada evento, consciente de que el más mínimo error en un golpe o en una mala lectura de un green le puede condenar a perder un campeonato –sigue clavado en su memoria el approach en el 18 del Old Course que terminó rodando hasta el Valle del pecado–.
El texano no quiere dejar nada a la improvisación en este final de temporada 2015, un año que será recordado, pase lo que pase en el PGA Championship y en los PlayOffs finales, por ser el del nacimiento de una estrella, un crack que comenzó arrollando en el Augusta National en el mes de abril para, dos meses después, graduarse en Chambers Bay. Y todavía queda lo mejor. Spieth le puede poner la guinda al pastel igualando la increíble campaña de Tiger Woods en el año 2000, en esa época donde quedarse a pocos golpes de él en un evento podía catalogarse como un logro.
Ese año el californiano consiguió tres Majors (US Open, The Open y PGA Championship), dejándose sólo por el camino el Masters de Augusta, donde acabó quinto pero en el que venció los dos años siguientes. Jordan Spieth todavía está a tiempo de igualar la marca. Para ello cuenta con la inestimable ayuda de su juego, que todavía no le ha fallado ni una sola vez este curso.
Con una enorme diversidad de golpes –y todos ejecutados de una forma exquisita– el joven estadounidense se ha convertido en una amenaza para el reinado de Rory McIlroy. Pero él apunta a cotas mayores.
Como el algodón, las estadísticas no engañan. Aquí es donde puede verse el porqué del ascenso meteórico de Spieth en este tiempo. Según PGATour.com, el jugador de Dallas está promediando 3.92 golpes esta temporada (antes del Bridgestone) en los pares 4, quedándose cerca del récord absoluto marcado por Woods en el 2000, cuando firmó 3.91 golpes de media. Si a esto se le suma que en los pares 5 tiene un promedio de 4.57 puede observarse a la perfección por qué es uno de los mejores de la historia reciente.
No hay más que ver su manera de entrenar. Le dedica tanto cariño como si estuviera en plena competición. Y eso se nota. El golfista total está tocando a las puertas de la historia.