Cada golfista amateur que se clasifica para un Major tiene una bonita historia detrás. Y el British Open de este año no podía ser menos. Hace unos días conocíamos la historia de Paul Kinnear, un exfutbolista inglés que tuvo la valentía de colgar las botas de fútbol a los 16 años y dedicarse al golf, el deporte por el que realmente sentía un hormigueo en el estómago cada vez que lo practicaba. Y el destino parece haberle guiñado el ojo con su clasificación para The Open, un billete que consiguió el 30 de junio durante la disputa del Gailes Links.
“Cuando terminé la ronda guardé los palos en el maletero del coche y Marcos Duncalf –su caddie– y yo nos dirigimos hacia la casa club para tomar una copa y ver quién conseguía la invitación para el British. En ningún momento pensaba que mi puntuación iba a ser suficiente. Necesitaba una cerveza. Afortunadamente, sólo pude tomar una Coca-Cola”, bromeó el deportista británico. Y es que Kinnear finalizó las dos rondas con 70 golpes, un total de dos bajo par.
“Nos sentamos y comprobé el marcador. ¡Era segundo! Sin darnos cuenta comenzamos a pegar saltos, no me lo podía creer”, confesó Kinnear, que tendría que jugar el desempate junto al galés Rhys Davies y el neozelandés Ryan Fox por una de las dos plazas que todavía estaban en juego. “Me di cuenta de que los chicos estaban nerviosos y tomé eso como un impulso. Golpeé con un hierro cinco por el centro de la calle en el segundo golpe y la dejé a medio metro de la bandera. Y ahí estaba yo, con un putt de dos pies para jugar en St. Andrews. Fue el tiro más angustiante de mi vida. Todo se quedó inmóvil y lo siguiente que recuerdo es a Marcos lanzándome por los aires. Llamé a mis padres para decírselo y comenzaron a gritar. Me puse a llorar al recordar que mi madre, sólo unas semanas antes, estaba intentando buscarme trabajo como conductor”.
Haciendo un símil con su pasado futbolístico es como si el equipo donde jugó, el Tranmere Rovers –que disputa la cuarta división inglesa–, se acabara de clasificar para la final de copa de Inglaterra. “Mis padres ya habían reservado un lugar para ir a ver The Open como aficionados. Nunca habrían podido imaginar lo que acababa de conseguir su hijo. Esto demuestra que nunca puedes renunciar a tus sueños. A todo el mundo le decía que algo iba a suceder pronto”. Vaya si lo ha hecho. Y su siguiente paso es convertirse en profesional.
“Voy a la Qualifying School en septiembre. Creo que tengo el juego para hacerlo y obtener una tarjeta provisional para el circuito europeo. Ya he demostrado que un sueño puede hacerse realidad. El siguiente es poder vivir de esto”.