Dos semanas después de que Danny Willett se proclamara vencedor en el Augusta National, todavía siguen coleando noticias relacionadas con el primer Major de la temporada. Y es que, como lleva siendo tradición en los últimos años, el sábado de la misma semana en la que se disputa el Masters tuvo lugar en la casa de subastas Green Jacket Auctions el cierre de las pujas por objetos de coleccionista de este torneo.
Y no, para aquellos que se lo estén preguntando, no todo vale. Aquí, lejos de aceptar envases de sándwiches de pimiento, los elementos son únicos –y obviamente, al alcance de muy pocos-. Desde badges de la década de los 60, pasando por máquinas expendedoras de bolas hasta alcanzar la joya de la corona de este popular establecimiento estadounidense: una Chaqueta Verde de, aproximadamente, finales de los años 50.
Pero por mucho que puedan pensar que más caro que este último objeto no puede existir nada, se equivocan. La Chaqueta, por la que se llegó a pagar 14.146,80 dólares –unos 12.463 euros al cambio- no fue el tesoro más codiciado de la subasta. Este honor le perteneció a un icónico letrero de la entrada hacia el Augusta National situada en Washington Road ¿Qué qué tiene de especial? Pues, además de tratarse de un objeto de más de 50 años sin ninguna otra copia en el mundo, es una versión rectangular con letras de vinilo y el logo del campo dibujado a mano en cada uno de sus lados. Vamos, la definición perfecta de una pieza de coleccionista.
Lo más curioso de todo es su origen. Al parecer, el letrero fue arrojado a la basura en la década de los 60, recuperado por un residente local y restaurado hasta lo que es hoy en día. En un principio fue puesto en subasta en el portal Ebay, pero rápidamente su dueño se dio cuenta de que el precio que podía alcanzar en un sitio especializado podría multiplicarse por unas cuantas cifras. Y vaya si lo hizo. El letrero se disparó en la subasta de Green Jacket Auctions hasta los 25.063 dólares -22.081 euros-, “el importe más alto alcanzado nunca por un letrero de golf”, como señaló Ryan Carey, cofundador del establecimiento.
Y pensar que toda esta historia millonaria comenzó en un contenedor de basura.