Hay dos reglas fundamentales para todos aquellos que quieran pasar el día como espectador en cualquier campeonato de golf: silencio cuando los jugadores estén preparando sus golpes y, por supuesto, no interferir en sus rondas de manera intencionada. Pues bien, el pasado fin de semana fuimos testigos de cómo un aficionado se saltaba a la torera la segunda de estas normas inquebrantables. Eso sí, por gran desconocimiento. Sucedió ni más ni menos que en el Campo Olímpico de Marapendi y tuvo a Justin Rose como gran protagonista.
El golfista británico falló desde el tee de salida y la bola fue a parar a la zona donde se encontraba el público. Era un momento delicado para el inglés, que tendría que poner todo de su parte para intentar llevar la pelota al green desde una zona donde el la hierba no estaba en sus mejores condiciones. De pronto, una chica avanzó un par de pasos, se agachó y cogió la pelota, pensando que ya había encontrado el souvenir perfecto para llevarse a casa. Craso error.
Los espectadores que se encontraban a su lado no daban crédito a lo que estaban viviendo, y comenzaron a gritar a la chica que, asustada, tiró la bola contra la hierba e inmediatamente se echó las manos a la boca dando muestras de que no tenía ni idea de lo que acababa de hacer. Se le acababa de aparecer la virgen a Rose cuando llegó al lugar, pues gracias a esta espectadora pudo dropar sin penalidad y librarse un poco de esta transitada zona. El camino hacia el oro se allanó un poco más.
No es la primera vez que vemos algo así sobre un campo de golf, aunque normalmente los protagonistas habían sido niños que se encontraban por las inmediaciones. Una lección que esta espectadora no olvidará nunca.
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