España, país latino, ha sido y es tierra de grandes golfistas. Lo siento por los detractores de nuestro deporte y por los que siempre miran mejor al mundo anglosajón. Es así y lo atestigua la historia y, también, el presente con Carlota Ciganda.
La navarra es ya la mejor de Europa. Ella es el último ejemplo y eslabón de una cadena que comenzaron hombres fuertes españoles como Ángel Miguel, Morcillo o Ramón Sota, a quienes continuaron genios como Seve Ballesteros y otros con gran talento, como Manolo Piñero y, después, Santi Luna o Miguel Ángel Jiménez. Todos fueron ‘caddies’ antes que golfistas.
Para ellos ese era el tránsito. Era la ‘Universidad’ para los golfistas en España. Era así y, asombrosamente, fueron los mejores. Entonces no había estructuras para más.
Ciganda (Pamplona, 1990) se desarrolló como golfista ya en otra órbita. Desde los equipos infantiles de España, con una carrera de ‘amateur’ al amparo de la Federación Española y gratinada en una universidad de los Estados Unidos.
Incluso, el empujón último ya como profesional le ha venido a Carlota desde el ProSpain Team de la RFEG. Todo muy profesional. Pocas cosas improvisadas, todo muy medido y a su debido tiempo.
Este es el camino actual por el que transitan nuestros golfistas para alcanzar la elite. Nada cualitativamente distinto a lo que ocurre en Inglaterra, Francia o Suecia, aunque sí varíe en cantidad y recursos.
Sergio García, Fernández-Castaño, Cabrera-Bello, Azahara Muñoz, Beatriz Recari o Carlota Ciganda son los golfistas de este nuevo siglo. Es la llamada era del ‘progreso’.
Sota, Miguel, Seve, Piñero, Jiménez, Olazábal… Fueron buenísimos, irrepetibles, añadiría. Fueron golfistas del agitado siglo XX, aunque algunos como Jiménez y Olazábal sigan dando guerra y mucha.
Los primeros de la mencionada cadena llegaron al éxito desde la necesidad. Los últimos, desde el análisis, el apoyo, el estudio y el progreso. ¿Cuál es mejor fórmula?
Opino que no hay generación mejor que la siguiente, o viceversa. Simplemente son el reflejo de cada tiempo y Carlota es uno de estos reflejos. Muy brillante, por cierto, y con el denominador común del talento, el esfuerzo y el sacrificio. Ahí casi no existen diferencias intergeneracionales.
Autor: Toni Tomas Redactor Agencia EFE